El asesinato del concejal Blanco conmocionó a los españoles y alertó a una parte de los vascos del verdadero rostro de la barbarie. La crueldad de los asesinos --no inferior a otras ocasiones-- espoleó algunos comportamientos y ETA pudo comprobar que, desde ese día, el Estado le descontaría todas las posibilidades. La incidencia política de aquel asesinato fue obvia. Quizá mucho más de lo que pueda ser el ´plan Ibarretxe ´, cuya relación con este juicio no se nos alcanza.