La primera mujer que ocupará la secretaría general en la historia del PP no es, precisamente, una conservadora típica. María Dolores de Cospedal, madrileña de 42 años, decidió después de divorciarse que quería tener un hijo, y nada la detuvo en su empeño: en el 2006 se convirtió en madre soltera tras someterse a un tratamiento de inseminación in vitro . Esa tozudez la ha aplicado en su trayectoria política, en la que, con habilidad, se las ha ingeniado para granjearse el aprecio de todos los sectores del partido.

Al igual que la portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, Cospedal cursó con brillantez sus estudios de Derecho y logró ingresar en la competitiva nómina de los abogados del Estado. Inició su carrera política en 1997 de la mano de Javier Arenas, quien la incorporó a su equipo en el Ministerio de Trabajo cuando el hoy presidente del PP andaluz ocupó esa cartera en el primer Gobierno de José María Aznar. Dos años después, ascendió a la Secretaría General Técnica de Trabajo.

Entre el 2000 y el 2002, ocupó la Subsecretaría de Administraciones Públicas y en junio del 2002 se marchó a la Subsecretaría de Interior, donde permaneció hasta el final del mandato. Fue, por tanto, estrecha colaboradora de Angel Acebes cuando ocurrió el 11-M en Madrid. Tras la victoria socialista en las generales del 2004, ejerció como abogada del Estado en el Tribunal de Derechos Humanos.

En el 2005, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, la nombró consejera de Transportes e Infraestructuras. En el ejercicio de ese cargo demostró que, a pesar de ser una política dialogante, lleva sus decisiones hasta las últimas consecuencias cuando considera que tiene la razón. Lo hizo al llevar adelante la construcción de la M-501 de Madrid pese a la oposición furibunda de diversas asociaciones ecologistas. En el 2006, Mariano Rajoy la catapultó al liderazgo del PP de Castilla-La Mancha, tradicional bastión socialista, donde Cospedal logró acortar distancias con el PSOE.