Recomposición o ruptura. En esa dicotomía se está tambaleando la frágil alianza de seis partidos que sustenta el Gobierno de Baleares. La corrupción que se escampa por Unió Mallorquina (UM), formación que actúa como bisagra del pacto, está a punto de colmar la paciencia del presidente autonómico, el socialista Francesc Antich, quien ayer amenazó con elecciones anticipadas si la inestabilidad política del Ejecutivo no se reconduce en los próximos días.

En realidad, todas las opciones están abiertas: mantener el hexapartito tras un golpe de autoridad interno de UM, echar a los nacionalistas del Ejecutivo y gobernar en minoría buscando apoyos puntuales en el PP y, si todo lo anterior es imposible, disolver el Parlamento y convocar elecciones.

Los acontecimientos se precipitaron ayer por las graves imputaciones judiciales que recaen sobre prácticamente toda la cúpula de UM. Su presidenta de honor y actual presidenta de la Cámara autonómica, Maria Antònia Munar, está imputada en dos escándalos de corrupción urbanística: Son Oms y Can Domenge. En esos mismos procesos, o en ramificaciones diversas, figuran también como imputados dos consejeros del Gobierno de Antich: el de Turismo, Miquel Nadal, y el de Medio Ambiente, Miquel Angel Grimalt, quien además preside actualmente UM. Nadal dimitió ayer, en un intento por apaciguar los ánimos del PSOE balear, donde se multiplican las voces que exigen prescindir de UM. Grimalt está meditando seguir los pasos de Nadal.

REUNION Antich reunió a su ejecutiva para tomar una decisión. El presidente balear se reunirá hoy con sus socios (UM y Bloc, marca electoral que integra a tres partidos, PSM, IU- Verds y Esquerra) y con el único partido de la oposición, el PP, para conocer con qué apoyos cuenta para acabar la legislatura. Los populares le han ofrecido estabilidad parlamentaria, mientras que UM, que también se reunió ayer, apuesta por mantener la coalición actual, pero "sin condiciones".