Es más fácil pillar a un mentiroso que a un cojo, dice el refrán. Los cuatro acusados que declararon ayer en la sexta sesión del juicio por la matanza de Madrid no pudieron ofrecer explicaciones creíbles contra las pruebas que les relacionan con el 11-M. Por ello, optaron por retractarse de sus declaraciones judiciales y policiales, y atribuyeron su autoinculpación y las acusaciones que realizaron contra otros a las torturas policiales.

El primero en desmarcarse fue Rabei Osman, el Egipcio, considerado inductor de los atentados del 11-M porque así lo reconoció en una conversación que mantuvo con un amigo en Milán. Sin embargo, ayer aseguró que no reconocía su voz y que, en cualquier caso, la traducción de la conversación "era defectuosa". En la charla confesaba a su interlocutor que él había preparado los atentados de Madrid y lamentaba no haber muerto junto a los siete suicidas de Leganés.

La comparación "Yo no tengo nada que ver con estos actos terroristas", enfatizó. Y se comparó con el Papa para explicar al tribunal que "cualquier persona puede equivocarse" cuando habla. Así le pasó, a su juicio, a Benedicto XVI cuando se refirió al islam y a los musulmanes. El Egipcio ha sido condenado, de momento, a 11 años de prisión en Italia por pertenecer a Al Qaeda. En España se enfrenta a más de 38.000 años de cárcel, aunque solo pasará 40 si es condenado.

Después, ocuparon el banquillo los hermanos Mohamed y Brahim Musaten, sobrinos de Yusef Belhajd, detenido en Bélgica y acusado de ser el portavoz de Al Qaeda en Europa y de la autoría de la reivindicación del 11-M en un vídeo encontrado en una mezquita de Madrid al día siguiente de la matanza. Su sobrino Mohamed declaró ante la policía y el juez que su tío le confesó que era de Al Qaeda y le quiso reclutar para practicar la yihad. Incluso lamentó que las bombas no hubieran causado más muertos porque aún gobernaba el entonces presidente del Gobierno José María Aznar.

Sin embargo, ayer aseguró que inculpó a su tío porque fue torturado por la policía: "Me decían que me iban a caer 40 años y me iban a devolver a Marruecos, donde me cortarían las manos". También afirmó que no estuvo presente en el registro policial practicado en su casa. Sin embargo, Mohamed firmó el acta de entrada y registro.

Su hermano, acusado de colaboración, también defendió a su tío y negó que este fuera de Al Qaeda. Igualmente, denunció que fue torturado por la policía y, como su hermano, explicó que junto a ellos fueron detenidos sus padres. "Si supiera que alguien de mi familia está implicado en estos atentados, dejaría de ser mi familia", dijo.

Mohamed Buharrat, cuyas huellas y cuatro fotos aparecieron en el piso en el que se suicidaron los siete terroristas de Leganés, ofreció la explicación más rocambolesca. Explicó que antes del 11-M viajó a Teruel y a Barcelona "porque tiene mar", y que luego volvió a Madrid, donde durmió en un coche cuyo dueño era amigo de Jamal Ahmidam --un suicida de Leganés--. Contó que era probable que esa persona cogiera su mochila con las fotos y que él hojeara un libro y dejara sus huellas. Y admitió que le ofrecieron 5.000 euros si llevaba droga a Algeciras.

Tráfico El libanés Mahmud Slimane negó haber financiado la masacre con el tráfico de drogas y haber falsificado documentos para otros implicados. También negó haber estado en Leganés: "No conozco dónde explotó esa gente".