La CUP no avala la propuesta de Junts per Catalunya y ERC. De hecho, rechaza con contundencia sus propósitos. El consejo político de los anticapitalistas aseguró este sábado que ponen sobre la mesa una "sumisión total a la legalidad española" y una "vuelta al autonomismo", algo que los anticapitalistas no piensan certificar. Por ello, la militancia del partido resolvió que en una eventual investidura de Jordi Sànchez sus cuatro diputados se abstendrán y bloquearán así el plan anunciado por Carles Puigdemont.

La decisión de la CUP encalla de nuevo la formación de Govern. Si el presidente del Parlament convoca un pleno para que el expresidente de la ANC se postule oficialmente a la Presidència de la Generalitat, este no será investido, al menos, en primera vuelta, ya que con Puigdemont y Comín en Bruselas la mayoría independentista se limita a 68 diputados. Si los 'cupaires' se desmarcan, Junts per Catalunya y ERC suman 64 votos, uno menos que Ciutadans, PSC, 'comuns y PP. Con una abstención de los 'comuns' podría ser investido en una segunda ronda, pero de momento no hay garantías de ello.

La CUP rehúsa afirmar que ponen trabas y como revés animan a Puigdemont y Comín a pedir la delegación de su voto si quieren proclamar a Sànchez, argumento del que se sirven para criticarles que se mantengan en un "marco autonómico". Esta maniobra comprometería directamente a la Mesa del Parlament y podría abrir un nuevo frente judicial, ya que el Tribunal Constitucional podría vetarlo. "No es necesaria la renuncia [...] hay que tener valentía política", les lanzó el diputado Vidal Aragonés.

Un informe de los letrados de la Cámara sostiene que esta delegación de voto sería contraria al reglamento del Parlament, pero los mismos letrados esgrimen que la última decisión la tiene la Mesa, al ser el órgano rector.

NI MAS NI SÀNCHEZ

Aragonés fue el encargado de pasar revista a los posconvergentes. "Dijimos 'no' a Mas y esto significó avanzar nacionalmente, como ahora decimos 'no' a esta investidura", espetó en rueda de prensa, en una clara alusión al rechazo que genera la figura de Sànchez entre los militantes de la CUP. Su cercanía a Artur Mas y la incredulidad que desató que, en medio del #pressingCUP para investir al 'expresident', se disculpara públicamente por haber pedido el voto también para los anticapitalistas, han sido dos factores decisivos. Aún así, el diputado insistió en que "no se trata de nombres y personas, sino de proyecto político". "Ni 155, ni 135, ni autonomismo", resolvió.

De hecho declinan apoyar a Sànchez aunque blinden un acuerdo programático al que deberían comprometerse JxCat y ERC. Los militantes escogieron entre tres opciones: un 'sí' a ciegas, un 'sí' condicionado a un plan de gobierno consensuado a tres bandas y un 'no' sin cesiones.

ERC, EN ENTREDICHO

Los republicanos dejaron en manos de la CUP su aval a Sànchez. Alegaron que aprobarían su candidatura a la Presidència de la Generalitat siempre que haya un pacto de Govern, algo que sigue el curso de las negociaciones. Condicionaron su apoyo a la decisión tomada por los anticapitalistas, eso sí, después de que el portavoz de ERC, Sergi Sabrià, amagara que Oriol Junqueras guarda la "legitimidad" para ser 'president' al haber sido vicepresidente del Govern cesado. Pero no lo propusieron, por lo que la CUP tomó su decisión sólo con el nombre de Jordi Sànchez sobre la mesa.

Con el portazo de los anticapitalistas, queda ver qué maniobra pilotarán ahora los republicanos. Sabrià mantuvo en los micrófonos de RAC1 que "ningún nombre será un escollo" y que, por su parte, "los nombres no serán un problema". Sin embargo, en ese momento aún desconocía la resolución de la CUP.

Por su parte, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, advirtió desde Santa Cruz de Tenerife, y en alusión directa a Sànchez, que "una persona con cuentas pendientes con la justicia" no puede liderar el nuevo Govern porque impedirá "generar un mínimo de estabilidad", "mirar al futuro y cumplir la ley".