"El pueblo no se merecía esto". Una vecina, que conoce al párroco, Jaime Larrinaga, desde que éste llegó a Maruri (Vizcaya) hace 33 años, dice sentir pena por su marcha, pero afirma que su dolor es mayor por las heridas abiertas en el pueblo.

El anuncio del sacerdote de abandonar Maruri ha sido recibido de forma muy diferente por los 500 vecinos. Son mayoritarios los que critican sus actitudes antinacionalistas, aunque no falta quien recuerda que "lo peor es que tendrá que vivir con escolta toda su vida", y acusa a sus convecinos de no permitir que opinara con libertad desde el púlpito, "cuando tiene todo el derecho como pastor que es". En la misa del domingo próximo, el primer cura vasco que tuvo que llevar escolta por ser objetivo de ETA se despedirá de sus feligreses.

UN AÑO SABATICO

Fuentes cercanas al cura afirman que se tomará un año sabático. Son muchos los vecinos hartos de preguntas de periodistas, y no faltan quienes acusan a los medios de alimentar la polémica con mentiras. "Ayer dijeron en una emisora que siguen las concentraciones contra Larrinaga, cuando terminaron en enero", dice un joven que, como todos los que acceden a dar su opinión, prefiere no desvelar su nombre: "Aquí nos conocemos todos".

Un hombre que vive junto a la villa en la que residía Larrinaga dice que "ha sido muy duro que sus vecinos y amigos de toda la vida le hayan dado la espalda, y que incluso le hayan pedido que no dé la primera comunión a sus hijos". Por su parte, el Foro El Salvador, presidido por el propio sacerdote, ha terciado para acusar al PNV de "marginarle y criminalizarle".

La dueña de un comercio recuerda que las declaraciones de hace un año de Larrinaga contra los nacionalistas "sentaron muy mal en el pueblo". Entonces, criticó la orientación "aberzale" del clero vasco y apuntó que el nacionalismo rural "es étnico y tribal". El PNV respondió con un buzoneo en el que acusaba a Larrinaga de "nostálgico del franquismo".