El fenómeno de la inmigración aparece en todas las encuestas como uno de los mayores desafíos de la Unión Europea. Según el informe La situación social en la Unión Europea 2003 , divulgado por la Comisión Europea en el mes de septiembre del año pasado, la inmigración supuso el 72% del crecimiento de la población comunitaria en los cinco años precedentes, con la entrada anual de alrededor de 880.000 personas en la Unión Europea. Pese a la magnitud del reto, los avances de la Unión Europea en este ámbito han sido más bien tímidos.Son casi 20 millones y no paran de llegar

El número de no nacionales en los países de la Unión Europea previa a la ampliación era de 18,8 millones en el año 2000, el 5% de la población total, frente al 4,1% de la población en el año 1990. Ese porcentaje es especialmente elevado en países como Bélgica, Alemania y Austria, donde alcanza cerca de un 9%, aunque el país con mayor cuota de extranjeros es Luxemburgo, con algo más de un tercio de su población.

De los 18,8 millones de no nacionales, la tercera parte procedía de otros estados miembros de la Unión Europea. Los dos mayores grupos de extranjeros que viven en la UE son los turcos (2,4 millones, principalmente en Alemania) y los habitantes de la antigua Yugoslavia (1,8 millones, la mayoría también en Alemania).

España, que hasta hace unos años tenía fama de fabricante de emigración, fue el país de la Unión Europea con mayor receptor de extranjeros en el 2001, al acoger el 24% del total de los inmigrantes. Le siguieron Alemania, con el 17%, y Reino Unido, con el 15%. En el ránking de inmigrantes por población, España ocupó ese mismo año el segundo lugar, después de Luxemburgo.

En lo que respecta a la inmigración ilegal, un estudio del departamento del Interior británico cifra en un millón las personas que quieren cruzar cada año las fronteras de la UE. De ellos, cerca de la mitad consiguen su objetivo. En el 2000, último año del que se disponen estadísticas comunes, los Quince emitieron órdenes de expulsión de 367.552 personas, mientras que otras 87.628 abandonaron de manera voluntaria la Unión. El informe Inmigración e integración, de la UE, señala que los inmigrantes no son la causa de la economía sumergida en la UE; más bien es ésta la que fomenta la inmigración.Sumas de dinero para frenar a 'sin papeles'

Los líderes europeos han adoptado en los últimos años una medida tras otra para hacer frente al desafío de la inmigración, sobre todo de la ilegal. La cumbre de Sevilla, celebrada en junio del 2002, constituyó un referente en este terreno, ya que la UE acordó vincular sus relaciones con terceros países a la colaboración de éstos contra los flujos migratorios ilegales. Los mandatarios no llegaron tan lejos como pretendía el anfitrión, el presidente español José María Aznar, quien propuso de manara expresa condicionar los fondos de ayuda al desarrollo a que los países receptores presentaran un balance positivo en la represión de los emigrantes sin documentación.

Otras medidas importantes adoptadas hasta la fecha son la creación de una agencia de control de fronteras exteriores, que debe entrar en funcionamiento en el 2005 con una dotación inicial de 40 millones de euros, y la designación de España y Grecia como sedes de los dos centros de coordinación marítima.

También se acordó, en noviembre del 2003, coordinar las expulsiones conjuntas por vía aérea de ciudadanos de terceros países. España y Francia ya han organizado operaciones de este tipo hacia Rumanía. La Comisión Europea ha propuesto destinar 30 millones de euros en los próximos dos años para la financiación de vuelos de repatriación.

La cumbre de Salónica, en junio del 2003, marcó otro hito en la lucha contra la inmigración ilegal. Los líderes europeos acordaron movilizar 250 millones de euros hasta el 2006 para intensificar la cooperación con terceros países en la lucha contra la inmigración clandestina.En busca de política común de asilo

Cientos de miles de perseguidos de medio mundo han encontrado durante años en Europa el remedio a sus padecimientos. La generosa política de acogida de los países europeos se convirtió, al mismo tiempo que era la salvación de los inmigrantes, en un problema para los estados europeos, porque comenzó a ser utilizada fraudulentamente por personas que no sufrían persecuciones y cuyo único objetivo --respetable, sin duda-- era instalarse en el próspero Viejo Continente.

El aluvión de solicitantes de asilo llevó a los mandatarios europeos a acordar, en enero del 2003, unas condiciones mínimas para la recepción de este tipo de inmigrantes, con la mirada puesta en la futura aprobación de una política común de asilo. La directiva correspondiente, que debe entrar en vigor en febrero del 2005, establece respuestas comunes en aspectos como información, sanidad, vivienda o educación.

La necesidad de armonizar la atención a los refugiados obedeció fundamentalmente a dos razones. La primera, asegurar a los demandantes de asilo condiciones dignas de vida estándares, dado que no se les permite elegir el estado miembro que examinará su petición. Y la segunda, limitar los movimientos de los solicitantes de asilo de un país a otro en busca de mejores condiciones de trato.

Los países con mayor tradición de acogida de refugiados --Suecia, Alemania, Francia-- quieren que esta homogeneización se ponga en marcha antes de seguir avanzando en el establecimiento de una política única de asilo, cuya consecución está aún lejos en el horizonte debido a la enorme diferencia de tradiciones en el seno de la Unión Europea.