"Hemos tenido que salir corriendo, con el tiempo justo para apagar los fogones". Así explicó el desalojo del bar Al Gust su propietario, Ricardo Blasco. Eran las 10 de la mañana y la policía acababa de descubrir los explosivos en la habitación del hostal. El bar está justo en la esquina de entrada al pasaje de la Sang, adonde dan las entradas a varios hostales, entre ellos el Tartessos.

Toda la manzana, llena de oficinas, tiendas y cafeterías, quedó vacía en pocos minutos. Las calles En Llop y la de la Sang, con el ayuntamiento en la acera de enfrente, quedaron cerradas y los empleados municipales tuvieron que abandonar el edificio, aunque, como explicó el jefe de prensa del Grupo Socialista, Francesc Viadel, "sólo durante una hora".

El cierre de las calles produjo problemas de tráfico. Algunos turistas extranjeros, extrañados por el ajetreo, no dudaron en preguntar. Al oír citar a ETA, pasaron de largo.

A las 12.33, la policía quitó los precintos de la calle. La dueña de una tienda de ropa dijo aliviada que el desalojo, "por fortuna, se recordará como una anécdota". A las 12.45 horas sólo seguía cerrado el pasaje de la Sang y el tráfico se reabrió. Todo el mundo estaba a salvo.