El Senado vivió ayer un primer ensayo con vistas al decisivo papel que desempeñará en los próximos días en la tramitación en Madrid de la propuesta catalana para renovar el Tribunal Constitucional (TC). Y el resultado fue positivo, pese a las dificultades de la empresa: aprobar la utilización del gallego, el euskera y el catalán en los plenos, las comisiones y otras actividades parlamentarias de una Cámara alta que hasta ahora se había negado en redondo a cualquier intento de romper con el monolingüismo imperante del castellano.

El bloqueo saltó ayer por los aires gracias a la decisión de los socialistas de romper con sus complejos en clave españolista y unirse a la propuesta registrada el pasado enero por 34 senadores de la Entesa Catalana de Progrès, CiU, PNV-EAJ y varios miembros del grupo mixto, entre ellos el senador del BNG.