No me han autorizado a que pasen", les dijo el sargento de la puerta del Pentágono. Los 30 militares, parlamentarios y altos cargos que realizan el curso del Centro Superior de Estudios de la Defensa (Ceseden) no podían creer lo que oían. Ese 4 de noviembre habían acudido, puntuales, a recibir en Washington la doctrina militar de los mandos del Ejército más poderoso del mundo. En la delegación iban cuatro parlamentarios del PP, dos del PSOE, un alto responsable del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), una decena de altos cargos, dos periodistas y 12 oficiales generales en traje de gala.

"Durante 20 minutos esperamos en la calle y, en un momento dado, se presentó una patrulla de policía militar pensando que éramos manifestantes", cuenta el diputado socialista Francesc Romeu, quien añade: "No nos disolvieron porque el sargento de la puerta les informó de que no éramos huelguistas". Fue la primera sorpresa de una visita oficial programada desde julio pasado, pero no fue la única.

TRES BEDELES

Tras las correspondientes gestiones del teniente general Domingo Marcos Miralles, director del Ceseden y cabeza de la delegación, fueron recibidos por tres bedeles. "Nos trataron como si fuéramos un colegio; un par de guardias de honor de la marina nos enseñaron los cuadros del Pentágono", sigue contando Romeu. Los parlamentarios, militares y altos cargos españoles no salían de su asombro. Suponían que iban a ser informados por altos mandos del Pentágono sobre las nuevas estrategias de la defensa, objeto del curso.

Cuando acabó el recorrido les bajaron a un subsótano --planta menos dos--, les metieron en una sala para 20 personas --eran más de 30-- y les aplicaron durante seis horas la llamada política del champiñón , consistente en mantenerles informativamente a oscuras y entretenerles con generalidades.

Ni siquiera se celebró la comida prevista con oficiales norteamericanos. Una azafata les indicó el restaurante y las personalidades españolas se pagaron la comida. La despedida, igual que el recibimiento, corrió a cargo de una bedel que les dijo adiós con la mano.

El portavoz del PP en la Comisión de Defensa del Congreso, Manuel Atencia, y el diputado del mismo grupo, Miguel Campoy, que es amigo personal del ministro Federico Trillo, se quedaron con las ganas de transmitir el mensaje del ministro a algún mando estadounidense. Trillo se reunirá con su colega Donald Rumsfeld a final de este mes. Tampoco los militares españoles hallaron homólogos a los que entregar la placa del Ceseden que les llevaban como regalo.

"HUMILLACION"

El descontento era visible en la delegación española. Los términos "humillación" y "ninguneo" restallaban en la boca de algunos miembros de la expedición. Parlamentarios y militares consultados confesaron que no esperaban un trato tan displicente. "Queremos saber si hubo un fallo de coordinación y protocolo o si es el trato que los militares norteamericanos dispensan a nuestros militares", dijo ayer el diputado Romeu al anunciar una pregunta escrita al ministro.

Los responsables militares consultados aseguraron que el jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante general Antonio Moreno Barberá, había solicitado en julio la colaboración de su homólogo norteamericano, general Richard Myers, para efectuar esta visita, dado que el temario se centra en los nuevos retos de la defensa española en el marco de la OTAN, la UE y la alianza bilateral con EEUU.