El tripartito vasco hace aguas y puede estar en "fase de liquidación". Ese es el aviso que ayer lanzó el dirigente del PNV, José Antonio Rubalkaba, a sus socios de Eusko Alkartasuna (EA) y Ezker Batua (EB) acusándoles de incumplir acuerdos en la constitución de los ayuntamientos y Juntas Generales de Guipúzcoa.

Aunque la advertencia se hizo a título individual y durante una tertulia de parlamentarios en la radio pública vasca, las palabras de Rubalkaba reflejan la opinión de un sector notable del PNV en Vizcaya, que ve intolerable la actitud de sus aliados en el Gobierno de Juan José Ibarretxe.

De hecho, el propio portavoz del PNV, Iñigo Urkullu, ya avisó la pasada semana de que la actitud de EA y EB en algunos ayuntamientos, donde votaron para desplazar al PNV de la alcaldía, suponía una quiebra de tal grado en el acuerdo tripartito que los peneuvistas se planteaban tener "manos libres" para sondear otras posibilidades de acuerdo. Estas manifestaciones fueron interpretadas en EA y EB como una indirecta alusión al posible entendimiento con el PSE.

QUITAN HIERRO A LA BRONCA El responsable de organización de EA, Rafael Larreina, y el propio coordinador general de EB, Javier Madrazo, reafirmaron ayer sus compromisos con el tripartito como "eje" de la política vasca. Pero no evitaron reproducir los reproches mutuos que el viernes revelaron que la guerra entre ambos partidos debilita al Gobierno de Ibarretxe.

Desde la presidencia del Ejecutivo vasco también se quiso quitar hierro al enfrentamiento y enviar un mensaje de "tranquilidad" justificando las palabras de Rubalkaba por su vehemente carácter y fruto del "apasionado" debate. Fuentes cercanas al lendakari confirmaron que no está prevista, por ahora, ninguna reunión de la comisión de seguimiento del pacto de Gobierno.

En Ajuria Enea, residencia del lendakari, existe una clara preocupación por la mala imagen que el tripartito ha trasladado a los ciudadanos desde el día de las elecciones. Con todo, es difícil que el PNV lleve hasta las últimas consecuencias el aviso de Rubalkaba porque Ibarretxe ha sido hasta ahora el máximo valedor del tripartito y quebrarlo supondría su muerte política.

Los peneuvistas están además inmersos en el proceso interno de elección de sus dirigentes. Y Josu Jon Imaz no puede forzar decisiones contra Ibarretxe, figura a quien Joseba Egibar, rival de Imaz en del partido, invoca a diario. Esta situación desaconseja movimientos bruscos en el PNV y en el Gobierno vasco.