"No tengo conocimiento pero si se me hubiera espiado, no fui consciente". Cuando Cristina Cifuentes echaba balones fuerasobre el supuesto intento de Ignacio González, su predecesor como presidente de la Comunidad de Madrid, de espiarla no fue del todo sincera. Cifuentes sí sospechaba que González, ahora encarcelado por la 'operación Lezo', seguía sus pasos, e incluso pidió ayuda al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), según 'eldiario.es'.

Esta vigilancia se produjo en plena guerra del PP por las candidaturas de Ayuntamiento y Comunidad de Madrid, poco antes de las elecciones de 2015 (González acabaría siendo descartado, ya marcado por las sospechas de corrupción). Sin embargo, tras varios soplos y algún movimiento sospechoso, el equipo de Cifuentes tuvo la sospecha de que estaba siendo investigada y recurrió al CNI.

El centro de espionaje español accedió a colaborar con la delegada del Gobierno, y mantuvieron una reunión en la que le ofrecieron consejos sobre el uso de los teléfonos. El miedo de Cifuentes era claro: que hubiera cámaras o micrófonos ocultos en la sede de la Delegación del Gobierno, situada en la calle Miguel Ángel, 25. Sin embargo, fuentes del CNI desmienten que se realizara ningún barrido en la delegación, cuya custodia compete a la Policía Nacional.

Las sospechas no eran infundadas: González trataba de recopilar información sobre ella. En paralelo, Cifuentes fue alertada de que un exagente de seguridad recibió órdenes -que se negó a cumplir- del entorno de González para realizarle un seguimiento. Otro soplo alertó sobre los intentos de conseguir informaciones (incluso informes médicos confidenciales) sobre ella y sus colaboradores, con el objetivo de hacerla descarrilar de la carrera hacia la candidatura.

Estas maniobras salen a la luz justo después de que Jesús Gómez, diputado del PP en la Asamblea de Madrid, denunciara seguimientos a Cifuentes cuando era delegada del Gobierno, información que ratificaría más tarde como testigo ante la Audiencia Nacional. Pese a que ella negó estar al corriente, sí sabía seguían sus movimientos y tomó medidas para salvaguardar su seguridad. A diferencia de lo que pasó con el caso de 'la gestapillo' en 2008, en este caso no hubo denuncia y toda la contravigilancia se llevó a cabo con el máximo sigilo.