A cuatro días de la cumbre euromediterránea de Barcelona, existen "serias dificultades" para pactar un código de conducta antiterrorista, según admitió ayer un portavoz de la Moncloa. Varios países árabes, con Argelia, Siria y Líbano a la cabeza, reclaman que el texto incluya una referencia explícita al derecho de resistencia frente a la "ocupación extranjera" --con la mirada puesta en el conflicto palestino-israelí--, mientras que la UE rechaza cualquier justificación de la violencia.

La diatriba terrorismo-resistencia salió a la palestra el pasado fin de semana en el Cairo durante la reunión de reconciliación iraquí, en la que la definición de "resistencia" retrasó varias horas la firma de un comunicado. Finalmente, todos los participantes aunaron los criterios de que "terrorismo" es el "ataque a civiles, a templos y organismos humanitarios", y que eso no es "resistencia".

Uno de los avances que se esperan en el encuentro es la dotación, a través del Banco Europeo de Inversiones, de un fondo de 1.500 millones de euros para los vecinos de la ribera sur del Mediterráneo. La policía está desplegando un intenso operativo de seguridad ante la llegada de una treintena de jefes de Estado y de Gobierno.