El director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Alberto Saiz, parece haber perdido la confianza del apoyo más firme que tenía en el Gobierno. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, respondió ayer con un "no es bueno que el trabajo y el papel de los servicios secretos españoles se estén cuestionando de forma continuada" a la pregunta de si creía conveniente la permanencia de Saiz en el cargo tras las acusaciones recibidas por un grupo de espías y exaltos cargos de la institución.

De la Vega frenó hace dos meses el relevo Saiz, pero el permanente goteo de informaciones sobre el aprovechamiento de los medios del CNI para su disfrute privado han socavado una confianza que se basaba en su labor en la lucha antiterrorista. No se trata tanto de que hayan existido esas irregularidades como de que no haya sabido controlar un conflicto interno.

El Gobierno analiza también las medidas que habría que tomar contra ese colectivo díscolo, porque "no se puede lanzar el mensaje de que el director del CNI está en manos de lo que quieran filtrar unos agentes", según dijeron fuentes del Ejecutivo.