La caída libre del PP en las encuestas ha reabierto el debate interno sobre la sucesión. El desgaste político del Gobierno ha llevado a varios ministros y dirigentes del partido a cuestionar en privado la decisión de José María Aznar de no optar a la reelección. Aunque admiten que el presidente quiere cumplir su promesa de retirarse, los populares consultados estiman que el riesgo de que el PP sufra una derrota en las generales del 2004 abre un portillo a la esperanza de convencer a su líder.

El PP asume que su resultado en las elecciones autonómicas y locales de mayo puede ser aún peor de lo previsto.

SEGUNDO SEMESTRE

El temido varapalo en las urnas y los sondeos cada vez más adversos serán, pues, la envenenada herencia que Aznar legará a su sucesor, cuya elección está anunciada para el segundo semestre de este año.

Ante esta crítica situación, algunos responsables del PP recuerdan que, al principio de la legislatura, el presidente declaró que sólo reconsideraría su decisión de dejar la Moncloa si se dieran "circunstancias excepcionales de urgencia nacional". Muchos interpretaron entonces que aludía a la amenaza de una ofensiva secesionista del PNV, pero ahora invocan aquellas mismas palabras para argumentar que el PP no puede afrontar una situación más "excepcional" que la de perder el poder.

PESIMOS AUGURIOS

La curva descendente en la expectativa de voto del PP empezó a trazarse a raíz de la exitosa huelga general del pasado junio, se acentuó tras la crisis del Prestige y se ha ahondado en el barómetro de enero del CIS, que reduce a 2,5 puntos la ventaja de los populares frente a los socialistas.

Y eso sin computar aún el masivo rechazo social al apoyo que el Gobierno presta a los planes bélicos de EEUU en Irak, expresado en las multitudinarias manifestaciones del 15 de febrero.