Marcelo Hernández, que sobrevivió a dos años de torturas en la Escuela Superior Mecánica de la Armada (ESMA) de Argentina, y Federico Gómez, un hijo de desaparecidos, identificaron ayer ante el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón al exmilitar argentino Ricardo Miguel Cavallo como autor de los tormentos y por el expolio de la riqueza de desaparecidos entre los años 1976 y 1983. Cavallo, extraditado por las autoridades mexicanas días atrás, está preso en Madrid, a la espera de ser juzgado por delitos de genocidio y terrorismo.

Hernández relató el momento de su secuestro y las torturas que sufrió mediante el uso de una picana eléctrica durante su doloroso encierro en la ESMA. También contó la primera vez que vio al exmilitar argentino. Fue en una redada de los militares argentinos. Cuando a Hernández le quitaron la capucha que le habían puesto al capturarlo, vio al acusado entre sus captores.

Por su parte, Federico Gómez, hijo del abogado desaparecido Conrado Gómez, ratificó el testimonio que ya prestó en el año 1997 y aportó nueva documentación al caso. En ella acredita que los militares saquearon entre 8 y 12 millones de dólares a su familia. Esta fortuna incluía empresas, tierras y caballos de carrera. Según Gómez, parte de ese capital seguía en manos del genocida en el momento de su detención en Cancún (México).

"Habría que preguntarle a Cavallo de dónde sacó todo su capital, del que carecía antes de 1976", ironizó Gómez. Este testimonio no es el único elemento que compromete a Sérpico , el alias con el que era conocido Cavallo por aquellos años: Gómez dejó en manos del juez un documento que supuestamente prueba la existencia de un depósito de unos 22,8 millones de euros (3.700 millones de pesetas) en paraísos fiscales.

NIÑOS VENDIDOS

Los abogados de la acusación también relacionan al exmilitar argentino con la desaparición de 227 personas, el secuestro y tortura de otras 110, y con la detención ilegal de 16 mujeres embarazadas, cuyos hijos fueron vendidos tras nacer.