Sarhane Ben Abdelmajid Farkhet, alias Sarhan, el Tunecino, el cerebro de los terroristas que cometieron el 11-M y uno de los que se inmolaron el sábado en Leganés, vivió hasta el pasado 7 de marzo en un inmueble con pocos vecinos en el Parque de las Avenidas de Madrid. Un barrio de clase media alta. Su vivienda estaba a sólo 10 minutos de la mezquita de la M-30, donde asistió durante una temporada a clases de religión islámica; dejó de acudir porque consideraba que ése era un centro moderado y optó por visitar otros oratorios.

Sus vecinos le recuerdan como una persona educada, aunque un tanto extraña. "Parecía un poco tenso, siempre miraba mucho a su alrededor, era como si creyera que le estaban observando", dice uno de ellos. También les llamaba la atención que saliera de su casa con una especie de mochila cargada de libros. "Creíamos que era estudiante, aunque ahora hemos sabido que trabajaba en una inmobiliaria", subraya el mismo vecino, que no quiere dar su nombre. Este terrorista llegó a España desde Túnez hace ocho años para estudiar Económicas en la Universidad Autónoma de Madrid. Pero dejó los estudios y ejerció diversos oficios.

Compartía piso

El Tunecino compartía la casa con una mujer, vestida con un chador negro. "Llevaba incluso guantes negros en las manos, sólo se le veían los ojos". El terrorista suicida llevaba siempre una barba de tres o cuatro días.

El 11-M empezó a cargar sus enseres en un coche. "Había muchas bolsas y el maletero estaba hasta los topes", dice un testigo. El domingo se marchó con un microondas. El juez afirma que El Tunecino empezó a preparar una "actuación violenta en España, y en concreto en la zona de Madrid" desde mediados del 2003.