El proceso de paz, si llega a consolidarse, será más lento de lo deseado. A esta conclusión ha llegado el Gobierno a la vista de la virulenta reaparición de ETA en los últimos días, con dos atentados sin víctimas y un ambiguo comunicado en el que no menciona ni de pasada la posibilidad de dejar las armas. Según el análisis del entorno de José Luis Rodríguez Zapatero, la banda frena el anuncio de la esperada tregua en un intento de arrancar antes al Ejecutivo alguna contrapartida, como por ejemplo un significativo acercamiento de presos etarras a Euskadi.

Aunque están convencidos de que el fin de la violencia no tiene vuelta atrás, Zapatero y sus colaboradores sospechan que el camino será lento y tortuoso. Lo apuntó el presidente, el 15 de septiembre en Nueva York, cuando vaticinó un proceso "largo, difícil y duro", y ETA se ha encargado de confirmar sus augurios.

Ese es, a juicio del Gobierno, el mensaje que los terroristas han querido transmitir del único modo que saben: con dos explosiones, la del sábado cerca de Avila y la de ayer en la central hidroeléctrica de Añón del Moncayo (Zaragoza), y mediante una nota difundida a través de los diarios Gara y Berria.

Con motivo del Gudari eguna (Día del soldado vasco), la organización lanza mensajes ambivalentes, complementarios e incluso contradictorios entre sí. ETA no menciona la opción de decretar una tregua ni aún menos el cese definitivo de la violencia, pero dice afrontar "nuevas oportunidades y nuevos riesgos".

"LA LUCHA TENAZ" Nada aclara el comunicado sobre esos supuestos peligros, pero ETA reconoce que vislumbra "la opción de lograr una situación democrática en la que se reconozcan los derechos de Euskal Herria". En un tímido apoyo a la apuesta de Batasuna por las vías democráticas, la organización se limita a admitir que esa alternativa "está ahí". Concesión que contrasta con las llamadas de ETA a "seguir empujando" y a mantener "la lucha tenaz" por la "independencia de Euskal Herria".

Al Gobierno, este comunicado etarra no le ha cogido por sorpresa, pues desde la explosión del coche bomba del pasado sábado sospechaba que ETA había decidido pisar el freno en el proceso de paz.

SIN CESIONES PREVIAS Fuentes oficiales sostienen que, en los últimos meses, el Ejecutivo ha hecho llegar a la banda, mediante declaraciones públicas pero también de forma discreta a través de canales indirectos, que no habrá cesión alguna si no decreta antes el cese definitivo de la violencia. Ni reagrupamiento de presos, ni apoyo a que Batasuna entre en la mesa de partidos que promueve el lendakari Juan José Ibarretxe, ni apertura del diálogo formal con la organización.

Las especulaciones de las últimas semanas respecto a una inminente tregua han llevado a ETA, según el Gobierno, a enfriar las expectativas de paz y a exigir contrapartidas para que su eventual alto el fuego no se interprete como una derrota. Con los dos últimos atentados, pues, los terroristas tratan de demostrar que tienen capacidad operativa, y con el comunicado de ayer, que la tregua no es cosa hecha.

El Gobierno no descarta que ETA mantenga esta presión durante meses. Pero alerta de que una sola víctima bastaría para que la izquierda aberzale quedara proscrita de la política para siempre. Fuentes oficiales advierten de que los atentados cuestionan el papel de Arnaldo Otegi, portavoz de Batasuna, como interlocutor, tanto ahora como en un futuro proceso de paz.