La polvareda levantada por la difusión del contrato con un lobi estadounidense no ha cogido por sorpresa a Ana Palacio, titular de Asuntos Exteriores cuando se concertaron los servicios de la firma Piper Rudnick. El entonces embajador en Washington, Javier Rupérez, la alertó de que la decisión podía desatar una fuerte polémica en España. Pero Palacio hizo caso omiso de sus avisos, según reconoció ayer la exministra.

Palacio confesó que desde que se convirtió en titular de Exteriores, en julio del 2002, apostó por la búsqueda de un bufete influyente que asesorara al Gobierno en sus relaciones con EEUU. "Lo apoyé desde que me hice cargo del ministerio, incluso cuando el embajador me alertaba de cómo se vería esta decisión en España. Pero asumí mi responsabilidad", declaró la exministra a la COPE.

Aznar, de visita en México, se mantuvo alejado de la polémica. La madrugada anterior había manifestado en una emisora de radio: "No tengo nada que negar ni nada que afirmar. Simplemente digo que algunas afirmaciones me merecen desprecio".