Llega 15 minutos tarde a la cita. Viene andando, relajada, desde su despacho en el PP. "Hoy no he tenido ningún acto", dice Ana Botella. El negro de la chaqueta de cuero y el rojo del hilo que cose los botones, impecablemente combinados, le favorecen. Son los colores del No a la guerra, pero no ocultan queja alguna; sólo el afán de seguir la moda. Nada más alejado de su ideario que rechazar las tesis de George Bush: "Yo estoy al lado de quien toma las decisiones en solitario". Se refiere, sobre todo, a su solitario marido: José María Aznar.

La inminente guerra centra gran parte de la conversación informal. El plan que se trazó la candidata del PP a concejal de Madrid ha resultado salpicado con el chapapote bélico. "Es inevitable que este tema salga", reconoce.

MUNDO IDEAL

A partir de ahí desgrana el argumentario oficial de su partido: Sadam Husein lleva 12 años incumpliendo las resoluciones de la ONU y es una amenaza para la paz. "¿Os dáis cuenta de que ya no se habla de Sadam?", interroga a los periodistas. Sigue Botella para llenar el silencio. "La gente no lo capta (al líder iraquí) como una amenaza". ¿Por qué ahora es un peligro y no lo era hace unos meses, o hace unos años? ¿Por qué Irak y no Corea del Norte, o Pakistán, o India? "¡A todos nos gustaría vivir en un mundo ideal!", proclama.

Otro aspecto del conflicto le llama la atención. Pero ya no pregunta, sino que afirma rotunda. "En Europa, los intelectuales siempre han sido antiamericanos, sobre todo si el presidente de Estados Unidos es republicano". Nada de esto salió en la charla con Laura Bush en el rancho de Crawford (Tejas). Fue una charla de primeras damas en segundo plano: que si los huevos fritos con patatas, el Museo del Prado... Recuerdos de la última visita de los Bush a Madrid.

LOS INFORMES DE AZNAR

Botella es la mejor embajadora de su marido. Desde que el conflicto de Irak ha entrado en su fase crítica, no ha eludido la cuestión, sino todo lo contrario. Aznar ha pedido a los españoles que tengan fe en su palabra, que le crean cuando dice que Sadam es un peligro para el mundo. Ella le cree a pies juntillas, sin sombra de duda ni el más mínimo dato. "El ve numerosos informes", dice, y eleva la mano por encima de la cabeza para ilustrar el volumen de los dosieres. "Además, con frecuencia ha dado explicaciones en el Parlamento".

¿Y la gente que se ha manifestado en la calle? "Nosotros somos los primeros que estamos por la paz". ¿Qué repercusión tendrá la crisis en las elecciones? "No lo sé". De nuevo, el listado de argumentos oficial del PP: "Las cosas no se hacen por un coste o un beneficio, sino porque es lo mejor para el país". ¿Aunque tenga un coste electoral? "Si perdemos, perdemos", dice rotunda, pero poco convencida. La frase recurrente de los miembros del PP que no se la juegan en las generales del 2004. Como su marido, sin ir más lejos.

Las urnas más cercanas, y las que la ocupan, son las municipales de mayo. Tiene muy fresco el recuerdo de su cita con las asociaciones de prostitutas: "Es la forma de esclavitud de los nuevos tiempos". Botella apoya su hallazgo en un dato: por un billete de avión a España que cuesta 600 euros (100.000 pesetas), las mujeres del este de Europa pagan hasta 12.000 euros (dos millones de pesetas).

"Pagan a la mafia de su país y a quien las controla aquí, y tienen que mandar dinero a casa. Están atrapadas por todas partes". La candidata, con todo, rechaza legalizar la prostitución para no beneficiar a los proxenetas, a quienes "hay que aplicar el Código Penal".

Volvemos al coste electoral. No sólo por la guerra; antes fue el fiasco del Prestige. Emerge de nuevo la disciplinada militante. "Considero acertada la decisión de alejar el barco". Refuta el reproche de que el Gobierno quitó hierro a la catástrofe. "Es que no sabíamos las consecuencias. Nadie podía prever las consecuencias del hundimiento de un barco con la mayor carga de petróleo de la historia".

LA RETIRADA DE FRAGA

Entorna los ojos y se muerde el labio inferior en actitud reflexiva ante el planteamiento de que tal vez Manuel Fraga no se haya retirado a tiempo, ni haya formado un equipo, ni tenga las riendas del poder: "Ha hecho muchas cosas por Galicia. La primera vez que fui no había ni carreteras".

El tiempo se le ha echado encima. El aperitivo ha durado hasta la sobremesa y la candidata tiene un almuerzo. Quedamos para otro día. "A ver si me preguntáis por algo bueno". Un beso y se va.