Después de cinco meses de hibernación, Manuel Valls ha reaparecido con fuerza en la escena política francesa, «un retorno lleno de ruido y de rabia», como expresa un titular de Le Monde del pasado viernes. El exprimer ministro de François Hollande centra su actividad en tres temas: Cataluña, Nueva Caledonia (hay un referéndum de autodeterminación previsto para el año próximo) y la defensa de la laicidad de la República. De Cataluñaa trata esta entrevista hecha en su casa del barrio parisino de la Bastilla.

-¿Por qué está interviniendo tanto en el debate catalán?

-Primero porque he nacido en Barcelona, soy hijo de catalán y todo lo que pasa en Cataluña y en España me interesa. Segundo, porque este debate sobre Cataluña interesó demasiado tarde a Europa y a los dirigentes europeos. Se esperó a ese falso referéndum y a las imágenes de violencia para que Europa se interesara en lo que estaba pasando en Cataluña y dijera que no había posibilidades de que Cataluña saliera de España y se quedara en la UE.

-¿Eso lo tendrían que haber dicho antes?

-Mucho antes. España tenía que haber movilizado también a los dirigentes europeos. Era muy importante decirlo para que no se engañaran los catalanes. Para mí, como catalán, francés y europeo, es importante decir lo que es España en Europa y también defender el modelo europeo, que es una federación de estados nación, que son muy diferentes. Si en este mundo globalizado, donde Europa es una federación frágil de estados nación, se convierte en una federación de regiones, se ha acabado el proyecto europeo. España no es un país pequeño, es un gran país. Por eso me parece importante hablar aquí de lo que está pasando allí y allá para decir lo que nosotros, los europeos, pensamos.

-¿Cuál puede ser, pues, ahora el papel de Europa en la solución del conflicto?

-La resolución del conflicto solo depende de los políticos españoles y catalanes.

-¿No es posible una mediación?

-No y no sería aceptable para el Gobierno español. Nosotros en Francia no aceptaríamos nunca una mediación en Córcega ni en nuestros territorios de ultramar. Pero era muy importante decir, como lo han dicho Jean-Claude Juncker, Emmanuel Macron o Angela Merkel, que España es una democracia y tiene una Constitución de las más democráticas que existen.

-¿Qué le sugiere y cómo se puede explicar que un presidente de la Generalitat y medio Govern estén huidos en Bruselas y el otro medio en la cárcel?

-Estamos entre una pieza de teatro de bulevar y una tragedia. Catalunya tiene una autonomía comparable con otras regiones de Europa y estoy seguro de que esta autonomía aún puede ser reforzada. Cataluña es un idioma, son escritores, cantantes, pintores, grandes arquitectos, y es una nación en España que tiene una identidad muy fuerte, que tiene su historia…

-¿Para usted, Cataluña es una nación?

-Es una nación, entre las nacionalidades españolas, con su historia y además con la potencia de lo que fue la Renaixença en el siglo XIX, pero los catalanes tienen tres fuerzas. Tienen la fuerza de ser catalanes con la potencia económica y cultural y con el idioma, que es factor de integración de las poblaciones que vienen de fuera. Tienen la fuerza de ser españoles y la de ser europeos. Esta identidad triple ha de seguir y el nacionalismo independentista rompe este esquema plural, le hace perder a Catalunya toda su fuerza. Y el hecho de huir a Bruselas, en un exilio que no aguanta la realidad política y democrática española, da una imagen pésima de los que hacen eso y creo que en Europa ha quedado muy claro que todo este procés no era serio y que era un callejón sin salida absurdo.

-Como proclamar la independencia y luego desaparecer.

-Sí. Es lo mismo. Si no fuera serio, sería ridículo. Y todo eso solo tres meses después de los atentados terribles de Barcelona. Es como si la dimensión trágica estuviera ausente de todos los que han provocado este debate. Lo que espero es que se pueda construir un futuro común con España y sobre todo en Cataluña porque soy consciente de las fracturas de la sociedad catalana.

-Ha repetido que «el nacionalismo es la guerra». ¿Pero Francia no es también un país nacionalista, al que se acusa de no querer ceder más soberanía en la construcción europea?

-El patriotismo es amar a tu propio país y a los que lo hacen. El nacionalismo puede ser la guerra porque es la voluntad de imponer unas ideas, una concepción de la nación que me parece muy estrecha. Yo soy patriota, he aprendido a ser francés.

-¿Cómo ve la aplicación del artículo 155 de la Constitución y las elecciones que se han convocado para el 21 de diciembre?

-Una Constitución es un contrato, no es un trozo de papel, y Catalunya está en ese contrato, que se puede reforzar. Una Constitución es un Estado de derecho y este Estado de derecho se ha de aplicar. Yo creo que el Gobierno central ha hecho bien en aplicar con inteligencia ese artículo 155 y convocar elecciones lo más rápido posible. Las elecciones no son por la independencia y deben dar un resultado -así lo espero—que permita un nuevo ciclo político y de salida de esta crisis porque la única manera de salir es con el diálogo, la política y la democracia.

-¿Y si vuelven a ganar los independentistas?

-Eso lo decidirán los catalanes, pero lo que ha pasado queda y todo el mundo tiene una responsabilidad. No puede haber una agenda independentista. La reacción de Europa, la huida de los dirigentes catalanes -otros están en prisión por no respetar la Constitución-, las mismas elecciones, la crisis económica en Cataluña -las empresas que han huido, la bajada del turismo-, todo esto puede costar caro a España y a la zona euro.

-Un referéndum binario, de sí o no, resolvería el problema?

-Es difícil para mí entrar en este debate del referéndum. No veo yo a España aceptando un referéndum solo para los catalanes. Hay gente que dice: ¿cómo es que el señor Valls acepta un referéndum en Nueva Caledonia? Pero Nueva Caledonia está a 20.000 kilómetros de París, a 24 horas de avión, es un territorio de 250.000 personas, que está en un proceso de descolonización. No tiene nada que ver. Desde mi punto de vista, Cataluña es España y todo proceso de autodeterminación me parece completamente equivocado.

-¿Qué haría Francia en un proceso similar, en Córcega, Bretaña, Alsacia…?

-Francia no habría permitido que se llegara a esta situación.

-¿Qué quiere decir?

-Si un presidente de región quisiera organizar un referéndum para salir de Francia, por la independencia, la ley francesa se aplicaría con la misma severidad y los jueces de forma independiente, como en España, los enviarían a la cárcel.