La prueba de que las medidas de seguridad de la Embajada de España en Bagdad eran insuficientes está en lo que pasó. Nadie ha dicho que el Gobierno hubiera descuidado este capítulo adrede. Es inútil sentirse agraviado cuando no hubo intención. Sólo se ha sugerido que todo es mejorable y la seguridad, más. No establezcamos comparaciones con Argelia, donde la representación diplomática española está bien dotada. El asesinato del sargento Bernal debería servir al menos para replantear las medidas de seguridad existentes. Mejorarlas y potenciarlas.