"Me da pena no embarcarme, pero alguien se tenía que quedar cuidando a la niña". Concha asistía ayer a la marcha de su marido, Enrique, marino como ella en San Fernando (Cádiz). Se conocieron en una misión en Irak, y ahora ella se ha tenido que quedar con Victoria, la pequeña de apenas dos meses, "a la que él verá crecer por fotos, pero esta profesión es lo que tiene, que lo haces todo por España".

A este espíritu de entrega se refirió ayer el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, instantes antes de despedir a los 490 infantes de Marina y 76 miembros del Ejército de Tierra que componen el destacamento español en el Líbano. A bordo de los buques de desembarco anfibio Pizarro y Galicia , la fragata Juan de Borbón y el buque de aprovisionamiento Patiño --que salieron el martes de El Ferrol--, el contingente español llegará a su destino el próximo jueves.

En una tierra devastada

"Es la primera vez en la historia que una misión así cuenta con el respaldo unánime de todos los españoles", que contribuirá, dijo el ministro Alonso, "a devolver la esperanza a una tierra devastada por la intransigencia". Ante cientos de familiares, agradeció la rapidez con la que se había organizado el dispositivo, y justificó la misión por "razones de ética, legalidad y humanidad" para devolver "su legítima autoridad al Gobierno legítimo del país, que la había perdido".

"Es importante porque su paz y seguridad es nuestra paz y seguridad", apostilló. Ante el miedo de algunas madres que, como Conchi, no podía ocultar su nerviosismo porque "mi hijo Antonio me ha dicho que esta vez no es como las otras, que allí hay un poco más de peligro", Alonso insistió en que, pese al riesgo de la misión, se dan las "condiciones necesarias" para "poner fin al sufrimiento que todos hemos visto". No obstante, Carmen mostraba su escepticismo. "Mi marido, Fernando, me ha dicho que esta vez no van con mantas y comida, sino con armamento, y eso a los que nos quedamos nos deja intranquilos".

Angel, un marinero que se embarcará por primera vez, reconocía que tenía "un pellizquito en el estómago", porque "aunque piensas que es igual que cuando te embarcas para las maniobras, esta vez sabes que es de verdad". A su lado, los padres de Ana, una marinera veterana, lamentaban que "la familia es la que peor lo pasa". "Hemos hablado con mi hija y sus amigos y van todos muy contentos, porque en el fondo es lo que les gusta", añaden. "A esto no te acostumbras nunca, pero qué le vamos a hacer, es su vida", refunfuñaba Ana, madre de una las infantes de Marina. "Hasta que no llegue el día 1 de noviembre, que nos han dicho que regresan, no estaré tranquila".

La voz discordante la ponía Yamila, a punto de cumplir el final del embarazo. Su novio Emilio ha intentado quedarse hasta que diera a luz. "Le han dicho que antes que la familia está la patria". "No hay derecho", sollozaba. Su novio cumplirá los 22 años justo en la fecha en que está previsto que vuelva esa primera avanzadilla. "Ojalá pueda estar aquí para conocer a su hija".