Ocho de abril del 2008, debate de investidura de José Luis Rodríguez Zapatero. El líder del PP, Mariano Rajoy, proclama que está dispuesto a colaborar con el renovado Gobierno socialista respecto al modelo de Estado, la política antiterrorista, el Poder Judicial y la política exterior y de seguridad, e incluso el sistema de protección social.

Y añade: "No solo estamos dispuestos, sino que pedimos que se haga". Diez meses después, los puentes han volado. Los escándalos que asedian al PP han disipado las esperanzas de consenso, resucitando el clima de crispación de la pasada legislatura en un semestre marcado por las elecciones vascas, gallegas y europeas. Hoy mismo, los populares aprovecharán la sesión de control al Gobierno en el Congreso para lanzar un durísimo ataque contra Zapatero, el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, y el compañero de caza de este último, Baltasar Garzón, el juez que investiga la trama de corrupción que salpica al PP.

ATAQUES ¿Vuelve la crispación? Indicios no faltan. De entrada, hoy el PP bombardeará a preguntas a Bermejo en el Congreso y prevé pedir su reprobación. Los populares incluso interrogarán por escrito al Gobierno sobre la presencia del comisario general de la Policía Judicial, Juan Antonio González, en una cena previa a la jornada de caza en Jaén. Aprovechando la ocasión, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, insistió ayer en que este agente participó en la rocambolesca captura en Laos del exdirector de la Guardia Civil Luis Roldán.

Hablando del pasado, ayer el portavoz del PP en el Senado, Pío García Escudero, definió la gestión económica del Ejecutivo como la vuelta "a lo mejor del socialismo: el déficit descontrolado y aumento galopante de la deuda pública". Sonaba al viejo mantra de "paro, despilfarro y corrupción" que José María Aznar recitaba en la oposición. Zapatero también tiró ayer de hemeroteca y recordó a Escudero el "decretazo" de Aznar que le valió una huelga general, además de hurgar en la herida abierta en el PP al atribuir su "vacío de ideas" a la crisis que padece. El socialista José Antonio Alonso emplazó a Rajoy a cesar en sus "ataques a las instituciones del Estado".

EL FACTOR ELECTORAL El Gobierno espera que el retorno de la crispación sea efímero y que haya acuerdos con el PP, en especial en materia de justicia. Fuentes de Moncloa consideran que el enfrentamiento entre el Gobierno y los populares debe enmarcarse en la campaña electoral de las elecciones gallegas y vascas, que pueden resultar determinantes para el desarrollo del segundo mandato de Zapatero. Y aseguran que, al margen de las respuestas del presidente a las pullas y reproches del PP, el Ejecutivo "no va a caer" en el clima de crispación que, según las mismas fuentes, pretende recuperar el PP.

La explicación gubernamental es que el PP se está viendo inmerso en un caso judicial cuya evolución todavía se desconoce, y que, fruto de esa situación de "desconcierto", está reaccionando con "virulencia" contra el Ejecutivo con mayor o menor motivo. Por ejemplo, a cuenta de la coincidencia cinegética entre el ministro Bermejo y el juez Garzón, que no ha gustado nada en la Moncloa. Pero también se asegura con contundencia que "esta pretendida crispación no tiene nada que ver con la anterior legislatura, no hay color".

El Ejecutivo socialista quiere aguantar el chaparrón--al que también contribuye-- hasta el 1 de marzo. Y, con los resultados electorales en la mano, diseñará una nueva estrategia para el resto de la legislatura.