Miguel Angel Moratinos empieza hoy un viaje oficial de dos días a Cuba, en un intento de aumentar la influencia de España en la isla, justo cuando el régimen se prepara para despejar la incógnita de su futuro por la avanzada edad de Fidel Castro y sus problemas de salud. Esta visita es la primera que hace un ministro de Exteriores español desde la que realizó Abel Matutes en 1998.

Moratinos tiene previsto entrevistarse mañana con Raúl Castro, presidente interino. Además, durante estos dos días se verá con su homólogo cubano, Felipe Pérez Roque, con los vicepresidentes Carlos Lage y José Ramón Fernández y también con el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón. El objetivo del viaje es, según fuentes de Exteriores, "normalizar las relaciones y reforzar la relación bilateral".

El asunto más peliagudo de la visita es el posible encuentro de los diplomáticos españoles con la oposición a Fidel. Organizaciones de derechos humanos han pedido a Moratinos que arranque algún compromiso de avance hacia la democracia y el PP le reclama que él en persona se reúna con los disidentes, hecho que enervaría al régimen.

El Gobierno español no ha confirmado ni ha descartado este extremo y fuentes de Exteriores se limitan a decir que se tendrán "contactos con todos los sectores de la sociedad y se estudiarán las maneras y los modos más oportunos para lograrlo". Puede que el Ejecutivo busque una fórmula intermedia y que un colaborador del ministro se reúna con los disidentes el miércoles, una vez Moratinos ya haya salido de la isla.

DELEGACION DE PESO En este viaje de escasas 48 horas, Moratinos estará acompañado de la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, y de la de Cooperación Internacional, Leire Pajín. Una delegación de peso para el que es el gesto más claro de acercamiento a Cuba desde que José Luis Rodríguez Zapatero entró en la Moncloa y medió para que la Unión Europea levantara las sanciones políticas que impuso a la isla en junio del 2003 a raíz de las detenciones y condenas masivas de disidentes durante la que se bautizó como Primavera Negra. Cuba liberó entonces a algunos de ellos, aunque en la actualidad solo están fuera de la cárcel 16 de los 75 arrestados. La mayoría están condenados bajo los cargos de conspirar con EEUU, atentar contra la independencia del Estado y socavar los principios de la revolución.

Anteriormente, con José María Aznar, se vivió uno de los peores momentos diplomáticos entre Cuba y España. El dirigente conservador planteó a la Unión Europea que se vinculara la cooperación con la isla caribeña a las reformas políticas. El régimen respondió retirando el plácet al embajador y España llegó a estar más de un año sin la máxima representación diplomática en el país.