Los guardias civiles de misión en la base afgana de Qala-i-Now eran conscientes del riesgo de convivir con algún talibán infiltrado. "Pueden estar años ganándose tu confianza a la espera de su oportunidad. Y cuando finalmente llega, acaban contigo. Viven solo para ello. Es el principal peligro que corremos. ¿Cómo luchar contra eso?", reflexionaba ayer uno de los agentes encargados de la ardua tarea de crear de la nada una policía moderna en el país asiático. Unas horas antes, a las 6.20 de la madrugada, hora afgana, dos de sus compañeros, el capitán José María Galera Córdoba y el alférez Abraham Leoncio Bravo Picallo, habían sido abatidos por el chófer del jefe de la policía de la localidad, un hombre con el que coincidían a menudo dentro del cuartel. El peor enemigo, el disfrazado de amigo, los había ejecutado, poniendo en evidencia una vez más la vulnerabilidad de las tropas extranjeras ante el adversario talibán. Incluso en una región considerada segura.

El terrorista, que irrumpió en una de las clases de formación de la policía afgana con un rifle de asalto, mató también al intérprete de los agentes, Ataola Taefik Alili, un español de origen iraní, antes de que el resto de los guardias civiles acabaran con él.

ACCION PREMEDITADA Las tropas destacadas en Qala-i-Now tenían claro que no era una reacción espontánea o atribuible a un perturbado. Poco después del mediodía, hora española, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, definió al acto como un "atentado terrorista premeditado", porque, dijo, "quien disparó sabía lo que estaba haciendo". Pero aún no tenía datos fiables sobre su militancia. Horas más tarde, un portavoz talibán, Qari Mohamad Yusuf, reivindicó el atentado. "Ghulam Sakhi el autor de los hechos tenía contacto con nosotros desde hace dos meses y planeamos el ataque", afirmó en un comunicado.

El terrorista era uno de los policías locales que frecuentan la escuela de formación en la que impartían clases Galera y Bravo. Como el resto de los 35 guardias civiles destacados en esa misión, ambos participaban en ella voluntariamente y les quedaba menos de un mes para regresar a casa. El 22 de septiembre iban a ser relevados. El atentado es un nuevo golpe a la operación española en Afganistán, cada vez más en tela de juicio porque con las de ayer ha costado 93 vidas.

Los tumultos en las calles de Qala-i-Now que siguieron al atentado no auguran nada bueno. La base española fue objeto de un "intento de asalto" repelido por las fuerzas afganas, según explicó Rubalcaba, aunque los vídeos difundidos solo muestran a grupos de hombres lanzando adoquines contra las instalaciones. Fuera cual fuera el origen de los disturbios, pueden suponer un cambio en una provincia bajo tutela española, que hasta ahora no se había mostrado hostil con los ocupantes.

El ministro dejó claro que los españoles seguirán trabajando en Qala-i-Now. "Es una misión imprescindible antes de abandonar Afganistán. Tenemos que formar a las fuerzas de seguridad afganas y a su Ejército. Esto es lo que estamos haciendo y ya les anuncio que nuestro propósito es continuar haciéndolo", quiso zanjar con rotundidad.

PESAME AFGANO Por la tarde, el titular del Interior se reunió con la ministra de Defensa, Carme Chacón. Esta ya había hablado con el gobernador de la provincia afgana de Badghis --donde está la base española--, quien le transmitió sus condolencias y el agradecimiento a los fallecidos "por los servicios prestados a Afganistán y a los afganos".