Los terroristas de ETA emplearon el domingo cerca de 20 kilos de explosivo para las cuatro bombas que explotaron en las localidades cántabras de Laredo y Noja. Cada uno de los artefactos se componía de entre tres y cinco kilos, presumiblemente de amonal, introducidos en fiambreras a las que se había adosado un temporizador para marcar la hora del estallido.

Los dos ayuntamientos de las localidades condenaron ayer por unanimidad los atentados que marcan el inicio de una campaña de ataques etarras a puntos de interés turístico.

Aunque en esta ocasión no hay que lamentar víctimas, medios de la lucha antiterrorista admitieron ayer que este puede ser el inicio de una campaña de final impredecible. Estas fuentes señalaron que la llamada de alerta, recibida en el parque de los bomberos de Vizcaya casi 90 minutos antes de que se produjera la primera explosión, la realizó una mujer desde un teléfono público de la localidad vizcaína de Sopelana.

La policía baraja que son miembros no fichados de ETA y asentados en Vizcaya, los que se trasladaron a Cantabria para colocar los artefactos. La autovía que comunica Euskadi con Laredo y Noja es utilizada a diario en verano por miles de ciudadanos que se trasladan a las playas, donde es fácil moverse sin levantar sospechas.

El Ayuntamiento de Laredo madrugó en su condena. La junta de portavoces, presidida por el alcalde, Santos Fernández Revolvo, del Partido Regionalista de Cantabria (PRC), se reunió a primera hora para condenar a ETA y respaldar al Gobierno en su lucha contra la banda terrorista. También manifestaron su expreso apoyo y agradecimiento a las fuerzas de seguridad que, desde que se conoció el aviso, desplegaron un enorme dispositivo. Del mismo modo, la corporación de Noja, presidida por Jesús Díaz (PP), celebró un pleno extraordinario para expresar su repulsa. En ambos municipios se realizaron concentraciones ciudadanas de rechazo a los atentados.

Mientras, las playas y el campo de golf donde estallaron las bombas recuperaron ayer la normalidad, aunque los vecinos seguían comentando la inquietud con la que vivieron las más de cuatro horas que duró el desalojo y la espera de las explosiones. En Noja, además, se reprodujeron algunos momentos de alarma cuando un bañista alertó de la presencia de un objeto extraño en la playa de Ris. La policía comprobó finalmente que se trataba de una boya baliza de un barco de pesca.