La línea cada vez más fina que separa a la organización terrorista ETA de la delincuencia común se rompió el martes por la tarde a 50 kilómetros de París cuando una banda de jóvenes ladrones, inexpertos y armados, perpetró un rocambolesco robo de seis vehículos en un concesionario que terminó con un tiroteo en el que murió un policía francés: el primer gendarme asesinado en la historia de ETA. El repaso de la película del desastre evidencia la nula preparación de los nuevos terroristas que mostraron las cartas de su nueva estrategia: conseguir coches caros para intentar pasar desapercibidos.Nunca hasta ahora una acción había sido ejecutada por tal cantidad de etarras. Lo aseguraban, perplejos, los especialistas en la lucha antiterrorista, pero bastaba tirar de hemeroteca para llegar a la misma conclusión. Solo el robo a empresas de explosivos y armas del sur de Francia ha movilizado a tantos etarras en una misma acción. Precisamente, de uno de estos robos a una fábrica de armas de Vauvert, en el 2006, procede la Magnum 357 que los policías incautaron ayer. Los terroristas actuaron en manada --entre 8 y 10, aunque hay quien habla hasta de 12--, precisamente para intentar pasar por unos ladrones comunes. A última hora de la tarde, tres hombres, entre ellos una mujer rubia, asaltaron la casa del gerente del concesionario de coches de segunda mano Contact, en Dammarie-lès-Lys, y lo llevaron maniatado hasta su local. Allí se encontraba un trabajador que también fue reducido. GASOLINA CON UN BIDON Los etarras se fijaron en seis BMW, abandonando la táctica de robar coches modestos o furgonetas para atentar. Con los dos hombres maniatados, los terroristas abandonaron el concesionario sin contratiempos. Antes, mostraron sus armas y advirtieron a sus rehenes de que no debían pedir ayuda hasta el día siguiente. De allí partieron seis coches. Por tanto, participaron un mínimo de seis etarras, más los que conducían los vehículos con los que llegaron al concesionario. A menos de un kilómetro del local, los coches se detuvieron en fila india al borde de un camino de tierra que va a Fortoiseau le Bréau para rellenar los depósitos de gasolina con un bidón. Se trata de una acción sorprendente por cuanto puede despertar, como ocurrió, la curiosidad de la policía. Más si se tiene en cuenta que recientemente otro agente de la zona murió por los disparos de un atracador que aún no ha sido detenido y, por tanto, la sensibilidad de los agentes en la zona es máxima. Así las cosas, el jefe de brigada de la policía francesa Jean-Serge Nérin, de 52 años, un equivalente a subinspector del Cuerpo Nacional de Policía, y otros tres compañeros patrullaban por la zona cuando se percataron de la salida del camino de un coche a gran velocidad. Se acercaron y vieron a los otros cuatro coches y a sus ocupantes en actitud sospechosa. Algo no gustó a los policías, que desenfundaron sus armas y decidieron detener a los cuatro jóvenes. Mientras tres agentes encañonaban a los sospechosos, otro se encargaba de esposar al cuarto. El primero en ser reducido fue Joseba Fernández Aspurz. El policía iba a hacer lo mismo con el segundo cuando irrumpieron en el camino los otros dos vehículos robados. Se detuvieron sin apagar el motor y desde su interior varias personas empezaron a disparar indiscriminadamente. Solo la policía francesa disparó más de 20 tiros para responder al ataque. Los etarras ni se sabe, pero los alrededores de la zona estaban llenos de casquillos."UN MILAGRO" "Ha sido un milagro que el saldo haya sido de un solo muerto y ni un solo herido", dijo un responsable policial español. Pasaban pocos minutos de la siete de la noche, aún había luz, y los policías se agazaparon detrás de los coches para poder protegerse de los balazos.

En medio de ese caos, uno de los cuatro etarras que habían sido sorprendidos pudo correr hasta el coche de sus compañeros y huir; otros dos se escaparon corriendo campo a través, mientras que Fernández Aspurz hizo un ademán de marchar pero, ya esposado, fue reducido.

LA BANDA DE ATA Un sencillo análisis de la escena anterior es la mejor metáfora para entender cómo es la ETA de ahora, la que lidera, desde la caída de Ibon Gogeaskoetxea en Normandía, Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, alias Ata. "En qué cabeza cabe que alguien regrese a rescatar a cuatro compañeros detenidos cuando sabes que hay cuatro policías armados. Allí solo se puede entrar disparando y matando, como han hecho", comentó un mando policial. Un responsable de la lucha antiterrorista fue un poco más allá. "Su inexperiencia es de tal magnitud que no pararon a valorar ni un segundo que era preferible perder a cuatro compañeros que arriesgarse a matar a un policía francés, con lo que eso supone para la banda".

Y así ha sido. La muerte de Nérin solo servirá, como dijo ayer el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, para "coordinarse más y mejor con Francia". Porque a partir del martes y del asesinato del veterano policía, ETA ha pasado a ser un problema y una prioridad para los franceses. Hasta ahora, la colaboración francesa pasaba por dejar que la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía y el CNI camparan a sus anchas por el territorio francés. "Y eso ya es mucho", comentaron las mismas fuentes. "Nosotros hacemos el trabajo y ellos detienen. Es normal, porque ETA, hasta el martes, era un problema nuestro". Ya no. Y una prueba más de ello son los medios franceses que ayer, por primera vez, llevaron a ETA a sus portadas y la definieron como lo que es: una banda de terroristas que ahora tienen a toda la policía francesa rastreando el país para encontrarlos.