La banda terrorista ETA utilizó una potente bomba lapa con temporizador de seguridad para asesinar a los dos guardias civiles que ayer fueron despedidos con honores y lágrimas en la catedral de Palma.

El mismo dispositivo estaba instalado en el segundo todoterreno que los artificieros detonaron controladamente ante el riesgo que suponía, ya que llevaba estacionado varias semanas a las puertas de un hotel que acababa de almacenar 6.000 litros de propano. Antes, sin embargo, conscientes del valor de la información que aporta saber cómo era la bomba, la Guardia Civil fotografió el artefacto para confirmar que llevaba instalado un temporizador de seguridad.

Diego Salva y Carlos Saénz de Tejada fueron despedidos entre las lágrimas de sus compañeros que se abrazaban buscando el imposible consuelo. Otros no acudieron a la catedral porque tenían que seguir trabajando a partir de la valiosa información aportada por las fotografías.

Salva y Saénz de Tejada pertencían a una unidad encargada de realizar trámites como el mantenimiento de los vehículos policiales. Ese día, entraron a trabajar a las ocho de la mañana y durante varias horas recorrieron Calvià, se acercaron a Calanova y no pararon hasta que estacionaron, no más de 20 minutos, en los locales cedidos por el ayuntamiento a la Guardia Civil para disponer de una oficina de denuncias. Así, todo apunta a que los terroristas colocaron las dos bombas el miércoles por la noche aprovechando que el viejo cuartel de Palmanova carece de cámaras de seguridad y que todos los vehículos se estacionan al raso. Las bombas disponían de un temporizador, una especie de cronómetro de seguridad que impedía su detonación durante el tiempo fijado por los terroristas. Así se entiende que durante toda la mañana el todoterreno fuera utilizado sin ningún problema. Cuando el cronómetro rebasó el tiempo de seguidad marcado por los etarras, bastó con encender el vehículo para que se activara el detonador y de este modo explotara.