Media España había visto ya el vídeo. Cinco supuestos terroristas compran en un Carrefour horas antes de un mal planificado robo de coches que acaba con la muerte del primer policía francés asesinado por ETA. En España, la cinta llega velozmente a las webs de los diarios y, después, a los informativos de televisión. Es mediodía. En Francia, las imágenes solo llegan a los hogares de noche y no en todas las cadenas. La estrategia del se busca es casi inédita en Francia, así que el primer ensayo es tímido. Los protagonistas del vídeo se enteran por la madre de uno de ellos. Se enojan y se asustan. "Nuestra foto ahí, y nada de presuntos. Sin comerlo ni beberlo, de golpe y porrazo, éramos terroristas", explicaba ayer uno de los afectados, Oscar González.

La corta secuencia la ven a través de internet. Están en la casa rural que han alquilado para sus vacaciones escalando montañas. El enfado es enorme, pero más el miedo. Llaman a sus jefes (tres son bomberos de la Generalitat y dos lo son del Ayuntamiento de Barcelona).

La noche se hace larga. Nadie llama a la puerta para decirles lo siento, todo ha sido una lamentable confusión y mañana se arreglará el entuerto. En contrapartida, tampoco nadie ha derribado la puerta y les ha ordenado tumbarse en el suelo mientras los encañonaban. Que podría haber pasado.

Por la mañana, cuando se levantan, González, Oscar Llop, Andreu Romeu, Jordi Ciller y David Moreda son las cinco caras más buscadas de Francia, así que deciden encontrar ellos mismos la salida del laberinto, una salida que les proponen desde Barcelona. Se montan en su furgoneta roja cargada de artilugios para subir y bajar montañas y se presentan, para pasmo de los agentes, en la comisaría de Melun.

"Nos han tratado bien", aseguraron anoche al llegar a Barcelona, pero no entienden por qué, si los policías franceses ya sabían que eran bomberos y no etarras, tuvieron que contestar a tantas preguntas. "Es normal, el susto ha sido terrible", cuenta uno de sus compañeros.

De hecho, tal fue el susto que decidieron abandonar la furgoneta en Francia --ya volverían en otra ocasión a recogerla-- y aceptaron regresar en el avión que les facilitó la Generalitat de Cataluña.

Agradecen el gesto nada más poner los pies en casa: "Si no fuera por el Govern, no estaríamos aquí". La directora general de Prevención de Incendios de la Generalitat, Olga Lanau, incluso presume: "La diplomacia española no ha tenido por qué colaborar". Los bomberos, por su parte, prefieren no contar más detalles. Están muy cansados --confiesan-- tras la "mala noche" que han pasado. Les esperan en el aeropuerto de Barcelona sus mandos. Romeu tenía hoy guardia, pero, no podía ser de otro modo, sus jefes le han dado el día libre.