Los máximos representantes institucionales de Euskadi y Navarra, dos comunidades vecinas con profundos vínculos culturales y sociales, cerraron ayer una página negra en sus relaciones y superaron 13 años sin comunicación oficial.

El lendakari, Patxi López (PSE), y el presidente navarro, Miguel Sanz (UPN), firmaron en Pamplona un protocolo de colaboración que incorporaba los temas más espinosos: las infraestructuras --especialmente el tren de alta velocidad--, el euskera y la difusión de la televisión pública vasca en Navarra.

Ha sido necesaria la llegada de un socialista a la presidencia del Gobierno vasco para romper los muros construidos, sobre todo, desde el lado navarro. UPN siempre ha acusado al PNV de pretender una "anexión" y, de hecho, una de sus más constantes reivindicaciones ha sido exigir la derogación de la disposición adicional cuarta de la Constitución, que abre la puerta a la incorporación de Navarra a Euskadi si así lo deciden los navarros en referendo.

Por eso, el nuevo lendakari quiso que Navarra fuera su primera visita oficial a otra comunidad autónoma. La agenda que trataron se centró, en primer lugar, en las infraestructuras, en concreto la conexión del tren de alta velocidad vasco con el corredor navarro. Otro tema especialmente delicado hasta la fecha fue la recepción de la televisión pública vasca en Navarra, que quedó ayer garantizada a través de la TDT. El euskera también ha enturbiado las relaciones entre Euskadi y Navarra. Los gobiernos de UPN han incumplido su propia legislación, reduciendo a la mínima expresión el apoyo a esta lengua.