Los servicios secretos rusos pagaron al menos 200.000 dólares al espía Roberto Flórez García por información de contrainteligencia, según aseguraron ayer fuentes judiciales. El exguardia civil Flórez se ofreció a Moscú para aportar datos de miembros del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y, en concreto, facilitó información sobre agentes dobles que el espionaje español había captado en terceros países.

Esas fuentes judiciales --que afirmaron que los 200.000 dólares se incluyeron en la primera remesa económica y no descartaron que recibiera más posteriormente-- se felicitaron de que "por primera vez en la historia de España" un espía "traidor" acabe juzgado por la justicia y que el caso no se haya resuelto de "una manera más trágica".

El exagente secreto español ingresó ayer en prisión. Flórez --detenido el lunes en su casa, en Puerto de la Cruz-- declaró cerca de cinco horas, pero no dio información. "No declaro" fue su frase más repetida. El caso acabará en los juzgados de Madrid y no en la Audiencia Nacional porque el delito se ha cometido en la sede del CNI, en la capital.

El doble agente, que en el 2005 fundó un Centro de Tratamientos de Conflictos, llegó a hacerse con varios clientes de instituciones locales. De hecho, su programa iba a ser subvencionado el próximo curso por un ayuntamiento tinerfeño.

LA REPLICA El caso del doble agente y la insinuación del director del CNI, Alberto Saiz, de que los servicios secretos bajo el Gobierno de José María Aznar "no estaban a la altura" encontró ayer la réplica de Eduardo Zaplana. El portavoz del PP en el Congreso consideró que la "insólita" rueda de prensa de Saiz para publicitar la identidad de un exespía "hace pensar que hay algo más", por lo que pidió la comparecencia del director del CNI. Saiz dará explicaciones a petición propia en septiembre en la comisión parlamentaria de secretos oficiales.

El descubrimiento del topo no ha afectado a las relaciones entre España y Rusia. El ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, telefoneó ayer a su homólogo ruso, Serguei Lavrov, para comentarle un problema sobre el Instituto Cervantes de Moscú y, según fuentes diplomáticas, ni citó el caso.