Para sorpresa de muchos, la poco carismática, pero sí concienzuda, negociadora y exigente Elena Salgado ha sido la persona elegida para tomar el relevo de Pedro Solbes en el intento de que España supere la grave recesión. Economista de profesión, además con ingeniería industrial, brilló más al frente de la cartera de Sanidad, sobre todo con la ley antitabaco, que como titular de Administraciones Públicas, donde, pese a los avances, no ha podido llegar a colgarse la medalla de haber cerrado la dilatada reforma de la financiación autonómica.

Nacida en Ourense en 1949, Salgado ocupó diversos puestos, casi siempre relacionados con su formación económica, en los gobiernos de Felipe González entre 1982 y 1996. Así, fue directora del departamento de estudios en el Instituto de la Pequeña y Mediana Empresa del Ministerio de Industria (1982-1984), directora general de Costes de Personal y Pensiones Públicas de Economía (1985-1991) y secretaria general de Comunicaciones de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente (1991-1996).

Tras la derrota socialista, dio el salto a la empresa privada, donde trabajó para varias compañías de telecomunicaciones. José Luis Rodríguez Zapatero la rescató para el Ministerio de Sanidad en el 2004, pese a que ella reconocía no saber nada de la materia.

Pese a que es un ministerio desinflado por las transferencias autonómicas, logró dotarlo de peso político al sacar adelante cuatro grandes leyes: la del tabaco; la de reproducción asistida, que permite seleccionar hijos compatibles genéticamente con hermanos enfermos, la del medicamento, y la de investigación biomédica, que admite la clonación terapéutica.

Al frente de Administraciones Públicas desde julio del 2007, pese a ser una firme defensora de la descentralización del Estado, no ha podido cerrar con éxito el capítulo de la financiación autonómica. Aunque es enérgica y una dura negociadora, los partidos catalanes no la sitúan en el centro de la diana por la dilatación de la reforma.