Y ahora qué? La pregunta que rondaba la cabeza del millón largo de manifestantes que, según la Guardia Urbana de Barcelona y Omnium Cultural, replicaron el sábado en la calle a la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) encontró ayer respuestas múltiples, tan transversales como la propia manifestación. La Generalitat, la encargada de comandar la operación de rescate del Estatut, interpreta el éxito de la convocatoria como un instrumento de presión que acelere su plan para rehacer el pacto político con España. Los ataques al PP por el recurso contra la Carta catalana pasaron ayer a un segundo plano. El objetivo es ahora el PSOE y José Luis Rodríguez Zapatero, a quien el Gobierno catalán exige con urgencia que cumpla su palabra de salvar lo máximo del Estatut.

El desafío tiene fecha y está muy próxima: el debate sobre el estado de la nación, es decir, este miércoles. Entre la defensa de su polémica gestión de la crisis económica y la réplica a la oposición, Zapatero deberá sacar tiempo para comprometerse con el Estatut. Así se lo dejó claro ayer el consejero catalán de Política Territorial, Joaquim Nadal, en su enésima intervención como portavoz de facto del tripartito. "Hay que rehacer los puentes que la sentencia ha roto", afirmó a Catalunya Ràdio .

DOS FRENTES Para convertir en hechos parlamentarios tan intrincada proclama, el Gobierno catalán trabaja en dos frentes. El primero son los deberes que debería hacer Zapatero a iniciativa propia. Detrás de lo que Nadal llamó "un programa de mínimos" se encontrarían las iniciativas que el Ejecutivo central estaría dispuesto a emprender para "reforzar el desarrollo del Estatut", la expresión que el presidente empleó tras el fallo del TC.

Entonces, Zapatero prometió apoyar la estrategia de hacer modificaciones legales para recuperar parte del texto votado en referendo. Sería el caso, por ejemplo, de lo referido a que Cataluña disponga de un poder judicial diferenciado. Pero la primera reacción en el PSOE tras el éxito del 10-J no evidenció guiño alguno en esta línea. Es más, el ministro de Fomento y número dos de los socialistas, José Blanco, no se dio por aludido y aseguró que la manifestación de Barcelona era una crítica al PP por haber "agredido" a Cataluña con su recurso. Nadal no se guardó una pulla a su compañero de filas: "Si el PSOE entiende que el PP agrede a Cataluña, se le debe pedir una respuesta clara y contundente desde el Gobierno".

La segunda parte de la estrategia fijada por el president José Montilla consiste en lograr aquello que hasta ahora ha sido imposible: un frente común de los partidos catalanes en el Congreso. El tripartito y CiU trabajan ya en la redacción de una resolución que pueda ser votada en el debate de esta semana. Pero solo prosperará si el PSOE la apoya, por lo que los 25 diputados socialistas catalanes deben medir las palabras del texto frente a CiU y ERC, que intentarán elevar su cariz soberanista.

Pese a todo, Nadal diagnosticó que existe el "punto de unidad suficiente" y CiU habló de "mínimos en común", que abren la puerta a que esta vez la unidad no se pierda en el trayecto de Cataluña a Madrid.

De momento, el presidente de la Generalitat podrá llevarse a Madrid la foto de la multitud desbordando el paseo de Gràcia de Barcelona. Una movilización que definió ayer como "unitaria, cívica y democrática". Sobre las banderas y las consignas independentistas, Montilla las relativizó: "Había más personas que estelades (banderas independentistas, con una estrella)".