Reíros, reíros, que más me voy a reír yo cuando vea a vuestros hijos pudriéndose en la cárcel". Con rabia. Mucha ira. Y una mirada cargada de resentimiento. Así se dirigió María del Mar Blanco a los familiares de los presuntos asesinos de su hermano, Javier Garcia Gaztelu, Txapote , e Irantzu Gallastegi, Amaia, que desde el lunes han sido juzgados en la Audiencia Nacional.

La familia Blanco, tras dos días reviviendo en la vista las 48 horas de cautiverio de su hermano y el posterior asesinato a sangre fría, no pudo contenerse más y soltó todo lo que llevaba nueve años guardando a los presuntos culpables. "Mírame a la cara. Conmigo no habéis podido", les gritó María del Mar, mientras su madre repetía "asesinos, sinvergüenzas".

"Los txajurras (perros) de ETA que se pudran en la cárcel", decía otra persona que les acompañaba. Hasta la Audiencia se acercaron varios representantes de las asociaciones de víctimas y el portavoz del PP vasco Leopoldo Barrena. Mientras, Txapote y Amaia y sus allegados les devolvieron una mirada cargada de odio pero no hicieron ningún gesto ni dijeron ninguna palabra.

Su actitud durante todo el juicio ha sido de indiferencia hacia el tribunal. Ajenos a lo que se relataba, la pareja, con una hija en común, estuvo todo el tiempo cuchicheando, lo que indignó todavía más a los familiares de Blanco. Su cambio de actitud respecto a un juicio anterior, en el que se mostraron desafiantes con el juez y el fiscal, hizo que entre el público se especulara con una posible llamada de atención de la banda. Quizá si moderaban su comportamiento la sociedad vería con mejores ojos que se relajara la política penitenciaria. Nada más lejos de la realidad. A pesar de que han transcurrido casi tres meses desde que ETA anunciara el cese de la violencia, Txapote , en el turno de la última palabra, declaró que sigue siendo militante y que, como tal, no van a cejar "en la lucha hasta que no se libere Euskal Herria". Amaia se sumó a la declaración de su compañero.

Para María del Mar Blanco estas palabras demuestran que "el terrorismo no ha cesado y que en su mente está continuar con la lucha armada", según explicó después del juicio. Ni ella ni sus acompañantes pudieron escucharlas de viva voz por Txapote , dado que la presidenta del tribunal, Manuela Fernández, se había visto obligada a expulsarles por aplaudir al fiscal y gritar repetidamente "justicia". En cualquier juicio, el público no puede interferir en el desarrollo de la vista.

El aplauso vino motivado por que el fiscal Miguel Angel Carballo hizo un alegato muy emotivo reclamando para los acusados la pena máxima por secuestro y asesinato, 50 años para cada uno, invocando al espíritu de Ermua . "Pocas veces un asesinato ha tenido tantos motivos para no llevarse a cabo", aseguró. "Resulta inexplicable que no hayan sido capaces de oír el clamor de una sociedad que reclamaba clemencia. Los gritos de los manifestantes sin duda debieron oírse en cualquier bajera del País Vasco", añadió en referencia al lugar donde retuvieron a Blanco.

"LA ESENCIA DEL TERRORISMO" "En aquellas 48 horas (el tiempo que duró el secuestro) todos los españoles pudieron sentirse hermanos, padres y amigos de Miguel Angel Blanco", señaló. Para el fiscal, si el terrorismo persigue "irradiar el terror para lograr fines políticos, este atentado fue la esencia del terrorismo". Carballo criticó la actitud de indiferencia de Amaia y Txapote , en su opinión, "una artificial pantalla para salvar la cobardía de enfrentarse a la acusación".

Otro de los momentos más duros fue cuando los médicos que realizaron la autopsia a Blanco explicaron cómo fue su muerte. Indicaron que fue disparado dos veces, por la espalda, y que recibió el segundo tiro estando todavía consciente. La acusación sostiene que fue Txapote quien disparó. El juicio quedó visto para sentencia.