U nico testigo, El cliente , Testigo de cargo . Para muchos españoles, la figura del testigo protegido ha sido hasta ahora poco más que un personaje de película. Ya no. F-1 no es el protagonista de un filme ni la trama terrorista que denunció es ficción. Con su testimonio, F-1 condujo a la detención de los miembros de una célula islamista que presuntamente preparaba atentados en el metro de Barcelona.

La inaccesibilidad a las tramas hace que, en la lucha antiterrorista, infiltrados como F-1 sean una herramienta básica de la que disponen las fuerzas de seguridad para evitar atentados. Pero, pese a que tendrían que vivir entre algodones, protegidos y mimados por el Estado, los expertos alertan de que ser testigo protegido en España, "pese a ser imprescindible, es mal asunto". A menudo, por falta de protección y medios, se transforman en testigos des-protegidos .

CUESTIONES JURIDICAS F-1 es la identificación del testigo protegido que se ha convertido en la principal prueba de cargo contra 10 paquistanís detenidos el 19 de enero en el barrio barcelonés del Raval bajo la acusación de preparar una cadena de atentados suicidas. El caso, investigado por la Audiencia Nacional, supone un desafío para la justicia española, poco habituada a procesos judiciales sostenidos por el testimonio de un infiltrado.

¿Puede basarse una condena por un delito tan grave como el terrorismo solo en el testimonio de un testigo? Para los expertos, todo depende de la fiabilidad del infiltrado. Hay varias categorías. Si el infiltrado es policía o guardia civil "su testimonio tiene credibilidad", dice el abogado penalista José María Fuster-Fabra, experto en este tipo de casos, que añade: "Gozan de presunción de veracidad".

Si el testigo es un confidente, un arrepentido --delincuente que presta su colaboración por beneficios judiciales-- o un infiltrado --persona captada por el espionaje para meterse en la trama--, la credibilidad es más cuestionable. "La validez de su testimonio depende en gran parte de la credibilidad que le otorgue su controlador, es decir, el agente que le trata y de que en la investigación no haya pruebas que lo contradigan", añade el letrado Fuster-Fabra. El penalista recuerda el caso de Mikel Lejarza, alias Lobo , el infiltrado gracias al cual se desarticuló la cúpula de ETA en 1975, como uno de los testigos protegidos más importantes de la historia judicial española. "Lobo era creíble porque su controlador era creíble", añade.

En el caso de los presuntos terroristas del Raval, F-1 es un paquistaní captado por la inteligencia francesa e integrado en una trama terrorista en Pakistán a cuyo testimonio ha dado plena credibilidad el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno.

Para que su declaración valga como prueba, el testimonio ha de cumplir los requisitos que apunta el penalista y profesor de la Facultad de Derecho de Zaragoza Eladio Mateo: "Debe ser un testimonio sólido y sin fisuras". El profesor asegura que, si no hay más pruebas, el testimonio "puede ser rebatido con más facilidad". "No obstante, si el juez lo cree válido, es suficiente para sustentar una condena".

CONTROL JUDICIAL El exfiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo hace mucho hincapié en que "la actuación del infiltrado siempre debe estar autorizada y controlada por el juez instructor". Cualquier irregularidad que fuera detectada por la defensa de los acusados invalidaría su testimonio.

España no cuida bien a sus testigos protegidos. En el caso Nécora contra narcotraficantes gallegos, Manuel Padín, que actuó de testigo protegido, ha visto como 13 años después Interior le ha retirado la protección y, en su último viaje a Galicia, le quemaron el coche. No es el único. Al testigo protegido del caso Lasa-Zabala no se le cambió de identidad ni de domicilio hasta que fue secuestrado y violado.

El abogado penalista Francesc Jufresa pone el dedo en la llaga al hacer aflorar una contradicción espeluznante del sistema. "El problema está en los cimientos, en la ley de protección a testigos en causas judiciales", plantea Jufresa para añadir: "Si la defensa pide el conocimiento de la identidad de los testigos, el juez debe facilitarla".

EL CASO ESTADOUNIDENSE Este penalista destaca que España no es EEUU, "donde se mima a los testigos, a cualquiera que declare en una causa por insignificante que sea". Jufresa considera que la vulnerabilidad de esta figura en España es por "falta de medios" y que "hay testigos que se han cambiado el rostro".

La responsable de una oenegé que atiende a prostitutas que han declarado como testigos protegidos contra mafias ratifica la desatención. "El trato es muy mejorable", dice Mora. "Tardan tres años en darles los papeles que les prometen por denunciar y no reciben ayuda económica", añade. "No es manera de tratar a alguien que se juega la vida".