Fin a la impunidad. La fiscalía de la Audiencia Nacional solicitó ayer al juez Ismael Moreno la detención y el ingreso en prisión de tres nazis que fueron guardianes en tres campos de concentración en los que estuvieron internados 7.000 españoles, de los que 4.300 murieron. Los criminales --Johann Leprich, Anton Tittjung y Josias Kumpf-- se habían refugiado en EEUU, pero este país les retiró la nacionalidad al descubrir su pasado criminal. Un cuarto nazi, Iwan Demjanjuk, ha sido entregado a Alemania para ser juzgado.

Para el ministerio público, los hechos son constitutivos de un delito de genocidio. Y admite la competencia de la Audiencia Nacional por haberse producido víctimas españolas. En su escrito de 10 folios, el fiscal explica que miles de españoles fueron internados en Mauthausen, Sachsenhausen y Flössenburg entre 1942 y abril de 1945.

MALTRATO EXTREMO En estos centros, los internos --añade la fiscalía-- fueron sometidos "a programas de exterminio diseñados por el sistema nacionalsocialista, siendo retenidos en contra de su voluntad por razones de raza, religión, nacionalidad o convicciones políticas". También fueron "objeto de formas extremas de maltrato y abuso, incluido el asesinato".

Leprich (Birk, Rumanía, 1925) fue miembro del denominado Batallón de la Calavera y estuvo destinado al campo de Mauthausen. En el 2003, se inició en Michigan (EEUU) su proceso de deportación tras haber permanecido oculto durante 16 años en Canadá. En el 2006, fue puesto en libertad después de que Rumanía, Alemania y Hungría se negaran a acogerlo.

Tittjung (Erdud, Croacia, 1924) trabajó en Mauthausen y emigró a EEUU. Croacia, Alemania y Austria rechazaron su entrega. Portaba una calavera y unas tibias en el cuello del uniforme y se dedicaba a vigilar el perímetro del campo, a escoltar a los prisioneros hasta el lugar de trabajo y a vigilarles. Tenía orden de disparar a cualquiera que intentase huir.

Kumpf (Nova Pasova, Yugoslavia, 1925) prestó servicio en Sachsenhausen, donde había cámaras de gas. En 1956, llegó a EEUU con un visado de inmigrante y, en 1964, obtuvo la nacionalidad estadounidense, que le fue retirada en el 2005. En los procedimientos en los que perdió dicha nacionalidad, reconoció que era miembro del Batallón de la Calavera, aunque limitó sus funciones a la vigilancia de los prisioneros y a evitar que escaparan. Y confirmó la existencia de las cámaras de gas. Estas pruebas han sido corroboradas por los supervivientes Jesús Tello, de 85 años, y Ramiro Santisteban, de 87 años, que en marzo relataron que a los guardias que mataban prisioneros se les daba un día de permiso.