La tarde era gélida, y el espectáculo de danza y flamenco que protagonizó la gala inaugural de la presidencia española de la Unión Europea, celebrada en el Teatro Real de Madrid, contribuyó a subir unos grados la temperatura. Y de paso ayudó también a romper el hielo de las presentaciones entre tantas caras nuevas por la entrada en vigor del Tratado de Lisboa.

Por primera vez, el ministro de Exteriores del gobierno cesante en el mandato rotatorio --en este caso el sueco Carl Bildt-- cedió el testigo del relevo saludando no solo al siguiente país en el turno semestral, sino también al presidente del Consejo Europeo, el belga Herman van Rompuy, y a la alta representante de Política Exterior, Seguridad y Defensa (un cargo reforzado en la renovada jerarquía de la UE), la británica Catherine Ashton.

"Lo mejor, por llegar"

Para compensar, Bildt lanzó un capote al Ejecutivo de Zapatero y concluyó su discurso asegurando que los cambios en la gestión de la Unión no supondrán que las presidencias de turno vayan a conseguir "menos que en el pasado". Lo que le llevó a pronosticar que en la "nueva era" que se abre en Europa, "lo mejor está por llegar".

El dirigente sueco, que hasta entonces había hablado en inglés, una de las lenguas oficiales de la UE, pronunció esas últimas palabras en castellano, como gesto de cortesía, y dio paso a la intervención de Zapatero que, como anfitrión, no tuvo que compartir espacio con Van Rompuy y protagonizó en solitario el momento de máxima gloria. Tras recibir de manos de Bildt el cilindro que simboliza el relevo, con las banderas de Suecia, España y la Unión y el texto del Tratado de Lisboa en su interior, el jefe del Ejecutivo español prometió que España dará "lo mejor de sí misma" para no "defraudar" las "grandes expectativas" creadas para este semestre.

El líder socialista solicitó, en pos de conseguir ese objetivo, la complicidad, en clave interna, de las fuerzas políticas del país. Zapatero situó de nuevo la lucha contra la crisis económica, con un acento especial en el desempleo, como el principal reto de su mandato y abogó por afrontar los "nuevos desafíos" de los Veintisiete con los "nuevos instrumentos" del tratado.

El acto estuvo presidido por los Reyes y los Príncipes de Asturias y contó con la presencia de la mayoría de ministros del Gabinete y la plana mayor de la UE, encabezada por el presidente de la Comisión, el portugués Jose Manuel Durao Barroso, y el presidente de la Eurocá- mara, el polaco Jerzy Buzek.

Tras la danza, el Himno de la Alegría y miles de globos azules bajo el cielo de la capital pusieron el cierre a la gala.