El fin de la crisis del PP gallego parece más cercano, aunque su total solución no se producirá hasta después del Congreso Nacional del PP del próximo fin de semana, según afirmó ayer el presidente de la Xunta, Manuel Fraga.

Fraga informó ayer que la cena que el lunes mantuvo con los díscolos José Luis Baltar, presidente del PP en Ourense, y José Cuiña, exconsejero de Obras Públicas, contribuyó a "avanzar mucho" en aclarar la trama que amenaza con dividir el partido. Visiblemente afectado por la gastroenteritis que arrastra desde hace unos días, y que le ha hecho suspender su agenda hasta mañana, Fraga se negó a profundizar en los contenidos de ese encuentro, aunque afirmó que las conversaciones se reemprenderán la semana próxima. La dolencia le evitó a Fraga verse de nuevo con Baltar, con quien tenía previsto un acto en Ourense.

MALESTAR INTERNO Mientras, el malestar con los díscolos va en aumento. El consejero de Pesca gallego, Enrique López Veiga, solicitó ayer a Fraga que no ceda ante las presiones de los diputados rebeldes, a la vez que le recordó que no estaba "de acuerdo" con lo planteado por los díscolos. Estos reivindican poder tener libertad total para confeccionar las listas en Ourense, una menor injerencia de Madrid en el PP gallego, un plan de inversiones para Ourense y cambios en la Ejecutiva gallega.

Los díscolos guardan silencio sobre la reunión del lunes, aunque sí ha trascendido que la presencia de José Cuiña, enemigo político de Rajoy, se produjo a petición de Fraga. Como ingrediente nuevo en la intriga, varios diarios gallegos publicaron ayer una foto donde se ve que Cuiña asistió a la cita con una carpeta, de contenido desconocido, que rezaba "pronóstico electoral".