Jubilarán mañana las urnas a Manuel Fraga? Esta es la pregunta del millón, que se hacen la mayoría de gallegos y también los tres principales partidos que concurren a estas elecciones. El PP, los socialistas y los nacionalistas del BNG cerraron anoche una reñida campaña cruzando los dedos para lograr la Xunta.

La formación de Manuel Fraga echó el resto suspirando por una quinta mayoría absoluta que, aunque ajustada, le permita conservar una Xunta que monopoliza desde hace 16 años. Sus dos contrincantes esperan podérsela arrebatar con un voto masivo por el cambio.

Espoleados por las últimas encuestas internas, que no se pueden divulgar pero que apuntan, dicen, a un repunte del voto a Fraga, el PP ha moderado su pesimismo y ayer pisó el acelerador para intentar un desesperado adelanto a sus rivales en la última curva electoral. El octogenario presidente de la Xunta se ha encomendado al Apóstol Santiago para no estrellarse en esta complicada maniobra, en la que se juega tanto el final de su carrera política como la de Mariano Rajoy, obligado a sumar puntos si quiere subir algún día al podio de la Moncloa.

El objetivo del PP es alcanzar los 38 escaños que dan la mayoría absoluta en el Parlamento gallego. Ahora tiene 41. Para lograrlo, Fraga, antes de acudir al que pudo ser su último acto electoral en el poder, no dudó en presentar su eventual derrota como una hecatombe: "No sólo está en juego el destino de Galicia, también la estructura territorial de España".

LOS INDECISOS, LA CLAVE En un multitudinario mitin final en Vigo, Fraga y un Rajoy que se ha convertido en su sombra en los últimos 10 días, hicieron un último esfuerzo para intentar amarrar a la parte de su electorado que cree que el anciano presidente no era el mejor cartel electoral. Y también para conquistar el corazón del decisivo 30% de indecisos que detectan los sondeos. La ciudad pontevedresa es un terreno complicado para el PP, por su carácter urbano. Fraga acaudilla más el sentimiento de la Galicia rural, que esta vez socialistas y nacionalistas han labrado también con esmero. El líder del BNG, Anxo Quintana, lo quiso demostrar visitando una aldea abandonada antes de cerrar su campaña en Ourense.

Emilio Pérez Touriño (PSG- PSOE) y Quintana aprovecharon las últimas horas para intentar aguar las renacidas esperanzas de Fraga. El PSG, tras un mitin en Pontevedra, dio un tono festivo al final de campaña con la confianza de que sea el prólogo de la euforia que se desatará si mañana su candidato conquista la presidencia de la Xunta. Touriño eligió la emblemática plaza del Obradoiro de Santiago para su última apelación a "llenar las urnas de cambio".