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De vez en cuando en la casa cuartel de la Guardia Civil de Legutiano se recibían unas cartas muy especiales. Ignacio, que tenía amigos y parientes en esa casa, cuenta que eran unas misivas de esas "terribles" que avisan y exigen: "Fuera de aquí". En la madrugada de ayer, el mensaje fue una bomba que dejó sin vida a Juan Manuel Piñuel y hará inhabitable el edificio.

"Ya sabes. Había gente maja. Algunos poteaban iban de vinos por el pueblo, pero tampoco es que tuviéramos mucho trato. Como además cambian tanto de destino...", comenta Carlos. El y la mayoría de los cerca de 1.600 vecinos del pueblo alavés comenzaron el día poco antes de las tres de la madrugada. El ruido fue atronador. Temblaron ventanas y puertas de buena parte de las viviendas. Y después, un instante de negro y compacto silencio hasta que se hizo audible la desolación.

"Escuché llorar a los niños y gritos, y exclamar: ´hijos de puta, qué habéis hecho", explica Maider. Lleva muletas y describe esos segundos en los que pasó miedo al percibir que la lámpara de la habitación le caía encima, que los muebles se movían y que no encontraba a qué agarrarse para incorporarse de la cama.

La casa donde vive está a unos 200 metros del cuartel. En la misma línea. Justo al borde de la carretera N-634, que ayer quedó cerrada durante horas porque restos de todo tipo y un socavón de tres metros exigían una investigación minuciosa y, después, una reparación muy a fondo.

Ayuda vecinal

Algunos vecinos corrieron hacia el cuartel para ofrecer ayuda, y Eva estaba entre ellos. "Pero no podíamos pasar. El humo era intenso. Una de las garitas por lo que han dicho luego, era donde estaba Juan Manuel había desaparecido; estaba como arrancada de su sitio. Daba la impresión de que todo se caería. Era como cuando ves en la tele lo que pasa en Beirut".

Aunque un cordón policial impedía aproximarse al cuartel, algunos vecinos iban y venían. Era el tema --triste-- de conversación. A primera hora, el alcalde, Pedro Berriozabal (EA) convocó un pleno extraordinario para condenar el atentado y expresar la solidaridad. El ayuntamiento facilitará a los vecinos la tarea de reclamar por los daños.

"No estamos preparados para tanto lío", resume Miguel mientras María Jesús anuncia que, en cuanto pueda, se cambia de seguro porque ya le han puesto pegas por la póliza. Además, llama a lo que cree que es su oficina y le responden en Sevilla. Parece todo tan frío, tan ajeno a la desgracia. Y ella se justifica: "Siento mucho lo que ha pasado, pero resulta que ahora me toca solucionarlo todo".

La vida sigue en Legutiano. El cuartel está abajo, en la carretera, casi metido en el pantano. Arriba, en el pueblo, se anuncia un concierto para el domingo. Sobre el cemento que sostiene un poste eléctrico hay una pintada en la que se lee "Pikoletos a Marruecos". Quienes la hicieron, querían ver lejos a la Guardia Civil. Y, de momento, la treintena de personas que habitaban la casa cuartel --todos menos uno-- se trasladan 15 kilómetros. Se van al cuartel de Vitoria porque ETA les ha echado.