El general de Sanidad Vicente Navarro, primer acusado en declarar ante la Audiencia Nacional por el accidente del Yak-42, ha admitido que hubo errores en la entrega, no en la identificación de los cadáveres de los militares fallecidos en el accidente aéreo.

Navarro ha sido el primero en sentarse ante el banquillo de la Audiencia en la vista que juzga a los tres altos mandos militares acusados de identificar erróneamente 30 de los 62 cadáveres de los militares que fallecieron en el siniestro ocurrido en Trebisonda (Turquía) el 26 de mayo del 2003.

El general, que ha respondido a las preguntas del fiscal y las acusaciones particulares ejercidas por los familiares de las víctimas durante dos horas, ha atribuido a las autoridades y forenses turcos problemas con la gestión de los cadáveres. Ha detallado que los militares españoles nunca tuvieron acceso a las cámaras mortuorias, que no pudieron tomar muestras de los restos y carecieron de un intérprete en todo el proceso.

La orden de Trillo

"No nos queremos quitar de encima la responsabilidad. Llevo seis años preguntándome qué ocurrió (...). Había tres listas y pude haber bailado números", según ha admitido Navarro. El militar, no obstante, ha insistido en que también pudieron cometerse errores en los trasvases de bolsas con restos. En este sentido ha subrayado que "no hay ningún general infalible y sabiéndolo todo" y ha añadido: "Me puedo equivocar como cualquier ser humano.

Por otra parte, Navarro, para quien el fiscal pide cinco años de cárcel y otros cinco de inhabilitación, ha asegurado que cumplió la misión que le encomendó el entonces ministro de Defensa, Federico Trillo, que según ha explicado le pidió recuperar y repatriar los 62 cadáveres, "no traerlos identificados".

A instancias del teniente fiscal, Fernando Burgos, Navarro ha detallado que Trillo de pidió personalmente el mismo 26 de mayo que fuera a Turquía. Al llegar al mortuorio, ha agregado, se encontró con tres cámaras frigoríficas "sin condiciones", en las que se encontraban "pilas de cadáveres, muchos de ellos en mal estado", lo que presentaba "un escenario dramático".

Acta en turco

En este proceso, según Navarro, no se contó con ningún intérprete y los restos eran "manipulados" por el personal turco, que los trasladaba varias veces de las cámaras a las mesas. Tras calificar la situación de "caótica", el general ha dicho que incluso había restos de mujeres cuando entre los militares españoles no había ninguna.

Sus trabajos concluyeron a las 10 de la noche del día 27 de mayo, hora en la que estaban listos los aviones Hércules que iban a repatriar a España a los militares fallecidos. En ese momento firmó el acta, escrito en turco, que dos meses después llegó a sus manos y en el que se decía que la delegación española se llevaba los cadáveres sin identificar.

"Si esto lo hubiéramos sabido, no lo hubiera firmado", ha asegurado Navarro. El general médico ha afirmado que su misión concluyó al llegar a la base de Torrejón (Madrid) el 28 de mayo a mediodía, donde dio novedades a Trillo, antes de celebrarse el acto de recepción oficial de los féretros.

A preguntas del fiscal, Navarro ha reiterado que en Madrid no expidió certificados de defunción, porque es "un documento inútil", y sí se realizaron informes sobre las causas de fallecimiento que se entregaron a las familias que así lo requirieron. Ha afirmado que ha destruido las anotaciones sobre las identificaciones de los cadáveres realizadas durante su estancia en Turquía referentes a los militares que habían demandado los familiares.