El general de división en la reserva Vicente Carlos Navarro Ruiz admitió ayer ante la juez de la Audiencia Nacional Teresa Palacio que "no se realizó ninguna autopsia" de los cadáveres de los 62 militares fallecidos en el accidente del Yak-42, ocurrido el 26 de mayo del 2003 cerca del aeropuerto turco de Trebisonda, a orillas del Mar Negro.

En su declaración judicial, de casi cuatro horas, este jefe de los forenses españoles, cardiólogo de profesión, asumió personalmente "toda la responsabilidad de lo ocurrido" y "exculpó a sus mandos superiores e inferiores", entre los que incluyó implícitamente al entonces ministro de Defensa, Federico Trillo.

El general, que no obstante dejó claro que se había desplazado al lugar del accidente por orden de Trillo, dada su experiencia en la repatriación de los restos del periodista Julio Anguita Parrado, muerto en Irak, confesó que "se realizaron unas autopsias light o leves", de carácter visual para comprobar el estado de los cadáveres e identificar los restos por los nombres de las guerreras, los rasgos físicos y otras señales.

LIBRETA DE CAMPO Ninguno de esos procedimientos fue considerado válido o aceptable por las autoridades turcas, reconoció el general. En respuesta a los abogados de las familias, dijo que él tomó "notas de campo" en una libreta. Algunas de esas notas sirvieron después para garantizar a algunas familias que la identificación de sus muertos había sido correcta. "¿Puede aportar esa libreta?", le preguntó un letrado. "No, porque la he destruido", respondió el general.

Aunque este jefe del equipo médico sabía que los forenses turcos habían tomado muestras de los tejidos de los cadáveres para realizar las pruebas de ADN, manifestó que ellos no habían solicitado copia de dichas pruebas "porque los turcos se mostraban bastante esquivos". Entonces, los abogados le preguntaron por qué no se había desplazado el equipo de ADN de la Guardia Civil, dispuesto al efecto, y el general contestó que "no lo consideraron necesario".

Tampoco, según Navarro, estimaron necesario solicitar una copia de las actas de entrega e identificación de cuerpos. Según su testimonio, "no había traductor" y firmaron las actas después de escuchar la traducción que realizó un ciudadano francés que, según el general, "no leyó el párrafo" en el que quedaba claro que 30 de los 62 cuerpos se entregaban sin identificar.

SIN PRESIONES El general aseguró en todo momento que nadie les presionó para que acabaran lo más rápidamente posible su trabajo y repatriaran los cuerpos con la mayor brevedad. En este punto contradijo la manifestación del ministro Trillo al Congreso, según la cual había dado instrucción de repatriar lo antes posible los cadáveres.

Antes del general prestó testimonio el capitán médico Miguel Angel Saéz, quien dijo que no se habían realizado autopsias porque las autoridades turcas no les permitieron tocar los cuerpos. Su tarea consistió en un examen ocular de las bolsas que les entregaron identificadas con un número y un nombre.

También testificaron durante la tarde y noche de ayer los otros dos imputados del equipo médico español, el comandante José Ramón Ramírez, que abundó en la tesis de que no se realizaron las autopsias a los cuerpos y el general José Antonio Beltrán, que seguía declarando a la hora de cerrar esta edición.

Los abogados de las familias afectadas por el accidente del Yak-42 consideraron muy relevantes las confesiones de los imputados, porque revelan indicios de falsedad documental y prevaricación en los documentos de defunción.