Con gritos de "¡torero, torero!" por parte de los diputados socialistas a su ministro de Justicia, puestos en pie y aplaudiendo. Así acabó ayer una sesión de control al Gobierno que será recordada por el regreso del PP a la crispación, como estaba anunciado, usando la cacería de Bermejo con el juez Baltasar Garzón como principal argumento de su teoría de la conspiración político-judicial contra su partido. Hasta cinco diputados populares, comenzando por su líder, Mariano Rajoy, exigieron la dimisión o el cese del titular de Justicia.

Pero el Gobierno, lejos de amilanarse, optó ayer definitivamente por dejar a un lado el tono condescendiente y pasar al contrataque. Lo hizo recordando los casos de corrupción que salpican al PP. Todo ello en una sesión en la que volvieron a escucharse los abucheos y las llamadas de atención de la presidencia de la Cámara.

TRAZO GRUESO Rajoy abrió el fuego tratando de vincular a Zapatero con la jornada cinegética por negarse este a cesar al ministro Bermejo. "Se convierte en responsable y avalista de las cacerías" del ministro, le espetó. El presidente del Gobierno, en la réplica, tras haber calificado de "deleznables" las presuntas relaciones del PP con la red de corrupción, reprochó al líder de la oposición que acuda al Parlamento "no a plantear los problemas de los españoles, sino sus problemas que no sabe o no puede resolver".

El popular Federico Trillo exigió al ministro de Justicia que dimita "antes de que alguien le cuelgue a usted como trofeo". Y Bermejo dijo que no dimite porque tiene que "trabajar por España" y se mostró dispuesto a "pagar el precio" en su empeño por modernizar la justicia.