El tiempo pondrá las cosas en su sitio". A esta sentencia de José Luis Rodríguez Zapatero durante el debate del Estatuto catalán en el Congreso se aferra el Gobierno para vaticinar el fracaso de la "estrategia de la crispación del PP y sus acólitos". El Ejecutivo considera que la tensión disminuirá a medida que los ciudadanos comprueben que "las cosas siguen bien", y añaden que el partido de Mariano Rajoy deberá dar cuentas entonces. El PP, por contra, estima que la preocupación "lamentablemente está en la calle desde el 14-M".

Cuando Zapatero espetó al PP en el Senado: "Sólo les falta anunciar el fin del mundo", vino a constatar que el PP --auxiliado por medios de comunicación, la Iglesia y parte de la judicatura-- predica una situación de crisis irreal. Y añadió su impresión de que esos augurios perderán credibilidad a medida que los hechos demuestren su falsedad.

REALIDAD DISTORSIONADA El Gobierno niega que la "voluntad del crispar del PP" haya calado en la sociedad. Según fuentes de la Moncloa, los ciudadanos "perciben la realidad, no la imagen que de ella dan los políticos". Por eso inciden en que la buena situación económica, la pujanza del empleo y el normal funcionamiento de las instituciones impiden que la táctica de los populares triunfe. Y atribuyen a causas coyunturales la reducción de apoyo al Gobierno que detectan las encuestas.

La cima del enfrentamiento llegó con la tramitación en las Cortes del Estatuto de Cataluña, aunque se venía fraguando desde la victoria socialista. Desde la retirada de las tropas de Irak, el PP no perdona al Ejecutivo la legalización del matrimonio gay, la derogación del Plan Hidrológico Nacional ni la paralización de la ley de calidad de la enseñanza. Ni actitudes como la que "permitió", a juicio del PP, que EHAK concurriera a las elecciones vascas y que el plan Ibarretxe se debatiera --y rechazara-- en el Congreso. Por no hablar del presunto diálogo del Gobierno con ETA.

La Moncloa propone dos recetas para rebajar la tensión: "Instituciones y diálogo". Es decir, facilitar a "los crispadores" mecanismos para que "dejen de crispar". Y si los rechazan, "que quede en evidencia que están solos".

El PP sólo coincide con el PSOE en que el tiempo pondrá a cada uno en su lugar. Donde el Gobierno ve coyuntura, los conservadores detectan "hartazgo" de la sociedad por una política cuyo único diálogo se entabla "con nacionalistas radicales". Es el análisis del portavoz del PP en el Congreso, Eduardo Zaplana, que señala las movilizaciones sociales y las huelgas como "pruebas" del malestar social.