El Gobierno mostró ayer de una manera más clara por qué está manteniendo una incomprendida equidistancia entre saharauis y marroquís por el asalto al campamento-protesta de El Aaiún. El vicepresidente primero y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, explicó que su homólogo marroquí, Taieb Cherkaoui, le hizo "un minucioso relato" de la operación lanzada por las fuerzas de seguridad de aquel país que "refuta las graves acusaciones" realizadas por algunos líderes de la excolonia española. Algunas de esas denuncias hablan de "limpieza étnica", términos que ayer utilizaron el presidente del Parlamento saharaui, Jatri Aduh, y el portavoz de Exteriores del PP en el Senado, Alejandro Muñoz-Alonso.

En la rueda de prensa que dio tras la reunión bilateral en Madrid, Rubalcaba dejó claro que, con las informaciones aportadas por Rabat, el Gobierno le otorga, como mínimo, el beneficio de la duda. El número dos del Ejecutivo dijo que había comunicado al ministro marroquí, "con toda claridad", la preocupación con que la sociedad española está viviendo estos episodios de violencia, una preocupación que, dijo, también es compartida por el Ejecutivo y los partidos políticos.

VOLUNTAD DE COOPERAR Rubalcaba añadió que, ante esa observación, Cherkaoui le ofreció investigar "cualquier tema" que preocupe al Gobierno y a la opinión pública. "´Si tenéis dudas sobre nombres, acontecimientos, sucesos... me lo decís. Las fuerzas de seguridad y los jueces investigarán a fondo y darán las explicaciones oportunas´, me ha dicho", explicó Rubalcaba. En estos momentos, la cifra de muertos asciende a 12: diez gendarmes marroquís y dos saharauis.

El asalto al campamento volvió a ser el tema central de la actividad política y la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, tuvo que hacer frente a las preguntas de la prensa y de los senadores para explicar la tibia reacción del Gobierno ante las acusaciones saharauis.

En la línea utilizada por Rubalcaba horas después, Jiménez ya empezó a justificar el equilibrio que el Ejecutivo quiere mantener hasta que tenga información fehaciente. "Siempre he sido contundente con los hechos violentos y estoy a la espera del esclarecimiento para saber exactamente a quién tenemos que pedir explicaciones", dijo la jefa de la diplomacia, que recordó que el Sáhara no es responsabilidad de España desde 1976.

Altos cargos de Exteriores e Interior coincidieron en subrayar algunos detalles de los sucesos que los responsables de esos ministerios no se atrevieron a revelar en público: el asalto se hizo por la mañana, con luz; los dos saharauis que perdieron la vida (uno de ellos, con nacionalidad española) murieron fuera del campamento desmantelado; el Frente Polisario ha continuado con sus negociaciones con Marruecos en Nueva York; los periodistas de Argelia (principal defensor de la causa saharaui) no se han hecho eco de las acusaciones de "genocidio" y, hasta ahora, no hay familiares que hayan denunciado la desaparición de sus seres queridos.

"Temo que la agresiva campaña de propaganda de los saharauis se les vuelva en contra cuando, poco a poco, la verdad vaya ganando espacio y se aclaren las cosas", alertaba ayer un diplomático español.

VERSION REPETIDA El ministro marroquí aprovechó su visita a Madrid para dar una multitudinaria rueda de prensa en un saloncito de la casa del embajador de Marruecos. Cherkaoui repitió la comparecencia que ya ofreció la víspera en Rabat a los corresponsales para defender la actuación de sus fuerzas de seguridad. El ministro marroquí resumió, más o menos, de este modo, los sucesos en el Sáhara Occidental: Marruecos rompió el cerco de "maleantes, delincuentes y traficantes" que tenían retenidos a un grupo de "honrados ciudadanos" acampados para exigir mejoras sociales. El titular marroquí de Interior no les identificó como miembros de Al Qaeda, pero dijo que estaban entrenados como si lo fueran. "Y, como país demócrata que somos, las fuerzas de seguridad entraron al campamento desarmadas para desalojar sin causar daños", agregó Cherkaoui.

Sobre el veto a la prensa española, Rubalcaba dijo que el Ejecutivo ha hecho "una propuesta" a Rabat para superar esta situación y espera "una respuesta favorable" en breve. No dio más detalles.

Jiménez telefoneó ayer a Mariano Rajoy, para informarle de las gestiones para que dos activistas españoles abandonen hoy el El Aaiún. A buen seguro, también hizo partícipe a Rajoy de su temor de que las informaciones recibidas de ambas partes estén contaminadas. El portavoz de los conservadores, Esteban González-Pons, tachó anoche a Rubalcaba de "mentiroso" y "falso demócrata".