El Gobierno "como tal" no hablará con ETA en tanto ésta no anuncie el cese definitivo de la actividad terrorista. Así lo ratificó ayer un alto cargo de la Moncloa, quien no obstante precisó que, aunque el Ejecutivo rechace por el momento abrir el diálogo con la banda terrorista, ello no excluye el establecimiento de algún tipo de intermediación. Un cauce seguro para intercambiar mensajes e información que, según fuentes socialistas, lleva meses abierto.

En momentos tan cruciales como éste, toda precaución es poca. Por eso ayer el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, tomó la palabra durante la reunión del Consejo de Ministros para informar sobre las expectativas de paz abiertas tras la oferta de paz de Batasuna. A puerta cerrada, y dentro del secreto que legalmente rodea las deliberaciones del Consejo, Zapatero aleccionó a los ministros sobre los límites de su disposición al diálogo con ETA y los riesgos que afronta el Ejecutivo.

En sintonía con la exposición del presidente del Gobierno, fuentes oficiales apuntaron que en el horizonte político vasco se atisban dos procesos distintos, complementarios y no necesariamente simultáneos: los gestos de distensión que pueda hacer la cúpula de ETA y el desmarque de Batasuna respecto a la violencia, esbozado hace dos meses en el acto del velódromo de Anoeta y confirmado en la propuesta de paz transmitida a Zapatero.

UN ALTO AL FUEGO En cuanto a la organización terrorista, el Gobierno sigue dando por descontado que decretará algún tipo de tregua antes de las elecciones vascas, previstas para mayo. Un alto el fuego que, según las fuentes consultadas, sólo satisfará a Zapatero si se acredita como definitivo e incondicional. En caso contrario, el presidente saludará la iniciativa, pero no autorizará la apertura formal del diálogo y la negociación con ETA hasta que dé ese último paso.

En tanto tal cosa no suceda, el Ejecutivo defiende su derecho a recurrir a mediadores para seguir "trabajando por la esperanza", según la expresión empleada por Zapatero el pasado miércoles en TVE. La Moncloa no quiso aclarar ayer si esa intermediación está ya en marcha, pero sí precisó que ningún representante oficial del Gobierno ha contactado con ETA, ni viceversa.

"Ni el Gobierno ha recibido ninguna carta de la banda ni tiene una interlocución abierta con ETA", garantizó ayer la vicepresidenta, Teresa Fernández de la Vega, en la conferencia de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros.

EL PAPEL DE EGUIGUREN En medios socialistas se asegura que el presidente del Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE), Jesús Eguiguren, en estrecho contacto con el portavoz de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi, ha jugado un papel muy relevante en el actual proceso. Una callada tarea de aproximación que no descarta la hipótesis, por el momento no confirmada de manera oficial, de que el Ejecutivo se haya procurado alguna otra discreta mediación.

También es consciente el equipo de Zapatero de que Batasuna afronta en las próximas semanas un triple dilema: condenar la violencia para poder concurrir a las elecciones vascas; presentar una lista con candidatos ajenos al partido para esquivar la proscripción; o alentar el voto nulo renunciando a estar presente en el Parlamento vasco. El Gobierno sospecha que la formación aberzale no moverá ficha hasta que lo haga ETA. Incluso baraja como fecha orientativa el 27 de marzo, festividad del Aberri Eguna, día de la patria vasca.

La última reflexión que Zapatero trasladó ayer a los ministros fue la necesidad de que sean cautos y discretos. Cautela, para no alimentar en exceso las expectativas de paz. Y discreción, para no dinamitarlas.