Es difícil encontrar estos días un socialista que no se haya contagiado de la epidemia de euforia inoculada por José Luis Rodríguez Zapatero con el pacto de estabilidad alcanzado con el PNV y con una reestructuración del Gobierno que ha devuelto a los suyos la esperanza y el orgullo de sentirse representados por algunos de sus mejores compañeros. "Empieza una etapa nueva", "se ve la remontada" y "el PP ha quedado descolocado" son algunas de las frases que describen el entusiasmo de esta semana de resurrección, siete días que han transformado un Gobierno inane y un partido deprimido en un Ejecutivo políticamente fuerte y un PSOE dispuesto a echar el resto para recuperar la confianza de los electores.

El reto más difícil de los elegidos va a ser mantener hasta las generales ese ánimo en un partido ciclotímico que puede volver a derrumbarse con cualquier tropiezo. Más aún cuando la tarea del nuevo Ejecutivo es la de transmitir el mensaje duro de que las medidas de ajuste y las reformas anticrisis son imprescindibles para recuperar la economía y salvar el Estado del bienestar. El nuevo vicepresidente y portavoz, Alfredo Pérez Rubalcaba, ya lo dijo en su toma de posesión: "Me oirán hablar mucho de reformas, austeridad y cohesión social". Porque, como recordaba un dirigente socialista a este diario, "ha cambiado el Gobierno, pero no la situación económica".

Respuesta a los electores El propio Zapatero justificó los cambios en la necesidad de explicar mejor a los ciudadanos los ajustes y las reformas, y el viernes pidió a sus ministros que ejerzan todos ellos de portavoces, no solo Rubalcaba y el titular de la Presidencia, Ramón Jáuregui. Algo inédito en los seis años de mandato de Zapatero, en que la comunicación ha estado limitada a sus comparecencias y las de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. "A lo mejor Zapatero se ha dado cuenta de que es importante tener un Gobierno", comentaba con ironía un notable territorial. En épocas de bonanza, afirmaba, puede valer lo que haga solo el presidente, pero en momentos de dificultad "se necesita un equipo con gente que achique espacios, parapete al presidente e incluso marque goles".

De hecho, parte del entusiasmo del partido surge con "la reaparición del mejor Zapatero". "Ha demostrado que sigue siendo sensible a lo que pasa en la sociedad, a lo que le pedían los ciudadanos, que eran más explicaciones, más eficacia, más cercanía", señalaba una dirigente, que ve en la reestructuración la respuesta a esas exigencias de los electores socialistas que han dado la espalda al presidente pero pueden reconciliarse con él si, como dicen algunos sociólogos, se reinventa.

Una personalidad destacada del Ejecutivo explicó, además, que Zapatero ha afrontado esta renovación "no para irse, sino porque está de vuelta, porque quiere recuperar la confianza". Esta opinión se está extendiendo y algunos barones --Tomás Gómez lo hizo ayer en el comité federal-- piden al presidente que diga ya que será candidato y corte las maquinaciones sucesorias.

Medidas anticrisis

"El objetivo del nuevo Gobierno es recuperar la confianza y ganar las elecciones", explicaba un exministro felipista, que recomienda "un discurso realista, que se diga que las medidas de ajuste y las reformas se adoptan porque son necesarias para remontar la crisis y modernizar el país, no porque las imponen los mercados o la UE". En su opinión, ese mensaje "lo entiende la gente", mientras que "el discurso de que hay que hacerlo obligados ,pero que nos gustaría hacer otra cosa, confunde".

Otros veteranos, satisfechos con la decisión de Zapatero, expresaban su temor a que tanto repetir que el objetivo del nuevo ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, es pactar con los sindicatos el desarrollo de la reforma laboral y la reforma del sistema de pensiones transmita de nuevo "ambigüedad sobre el grado de convencimiento del Gobierno en lo que tiene que hacer". Pero Gómez ha despejado las dudas al declarar que "las reformas se hacen mejor con consenso social, pero si no lo hay, no se detendrán". Con todo, uno de los retos del nuevo Ejecutivo será recuperar la sintonía con los sindicatos y pactar, al menos, parte de la reforma de pensiones, algo que le reclaman los barones que afrontan elecciones en mayo del 2011 y quieren "un poco de respiro", porque piensan que ya se ha castigado mucho a su electorado.

Que el PSOE obtenga el mejor resultado en mayo es también un objetivo de los cambios, pero existen dudas de que los sondeos vayan a reflejar una mejora que puede, sin embargo, manifestarse en las urnas. Esa es la opinión de la socióloga y exdirectora del CIS Belén Barreiro, quien aplaude la decisión de reforzar la comunicación y tratar de "crear un clima de empatía con los ciudadanos", pero cree que ese esfuerzo no se va a proyectar en las encuestas, "que seguirán yendo mal". Recomienda analizarlas "con cautela" porque, a su juicio, buena parte de la desafección se debe a que la crisis afecta más al electorado tradicional del PSOE, "las personas que sufren el paro, que se sienten más vulnerables" y que muestran "su desesperanza" diciendo en las encuestas que no votarán socialista aunque luego no trasladen ese castigo a las urnas.

La primera cita electoral será el 28 de noviembre en Cataluña, y el PSC ha recibido los cambios en el Gobierno central "como agua de mayo", con la convicción de que ayudará al PSC en las elecciones.

Experiencia de Jáuregui

Los socialistas dan también mucha importancia al nombramiento de Ramón Jáuregui como ministro de la Presidencia. Porque "transmite convicción" y porque su experiencia como vicelendakari de los gobiernos de coalición con el PNV facilitará el desarrollo del pacto con el partido de Iñigo Urkullu, además de aportar un conocimiento y una sensibilidad sobre el conflicto vasco que puede ayudar a rematar el final de ETA, si la banda abandona definitivamente las armas. La prudencia lleva al Ejecutivo a no plantearse esta posibilidad ni siquiera como ejercicio intelectual, pero la situación de la organización terrorista y los pasos "insuficientes" pero "no en balde" de la izquierda aberzale, como los definió el presidente, muestran que esa hipótesis no es imposible.