Ttanto el Gobierno como el Partido Popular afrontan un primer semestre de año que va a marcar totalmente el resto de la legislatura. Para el Ejecutivo y el PSOE, la obsesión se llama crisis económica y, muy especialmente, desempleo. Para los conservadores, la cuestión es el liderazgo de Mariano Rajoy, que tendrá que aplicarse y acertar con la estrategia si quiere pasar los exámenes a los que ha de enfrentarse en breve fuera y dentro de su propio partido.

Tras un buen trecho del 2008 en el que Zapatero se negó a reconocer la existencia de la crisis económica, el Ejecutivo y el partido socialista han seguido y van a seguir con una estrategia basada en transmitir confianza en base prácticamente a una sola carta: el liderazgo y la hiperactividad mediática y propositiva de José Luis Rodríguez Zapatero. A su lado, el resto de dirigentes del PSOE y los miembros del Gobierno han quedado claramente en segundo plano. El mensaje de todos ellos consiste en pronosticar que a partir de la segunda mitad de año la pésima situación actual tenderá a remitir.

Frente a ello, Rajoy tiene previsto intentar erosionar al Gobierno con los efectos actuales de la crisis, haciendo hincapié en el incremento del número de parados. También acentuará la directriz de oposición dura en la negociación de otra cuestión clave: el modelo de financiación autonómica. Lo hará aunque le cueste inevitables desencuentros con sus barones territoriales.

En materia de financiación, y en todo lo que tiene que ver con el modelo autonómico, el Gobierno intentará por todos los medios que estos temas no vuelvan a monopolizar el escenario político como en la anterior legislatura. Probablemente por ello, Zapatero ha decidido inyectar dinero para que todas las autonomías acepten la nueva financiación. Después, vendrá la primera cita electoral. Y será doble: elecciones gallegas y vascas el 1 de marzo. Para el PSOE son especialmente importantes los comicios en Euskadi, por dos motivos. En primer lugar, por lo que puedan representar de cambio histórico si Patxi López consiguiera ser el nuevo lendakari.

ESTABILIDAD POLITICA Pero los socialistas también se fijan en el País Vasco por otra razón: un eventual acuerdo poselectoral entre el PSE y el nacionalismo vasco, que pudiera tener su contrapartida en que el PNV garantizase a Zapatero la estabilidad parlamentaria en el Congreso. Pero también podría producirse un escenario arriesgado para el PSOE: que López se negara a apoyar un lendakari nacionalista pese al interés de Zapatero por garantizarse con ello una mayoría estable en las Cortes. Para la vida interna del PP, estos comicios, junto a las elecciones europeas de junio, serán más importantes si cabe. De hecho, en el entorno del propio Rajoy se apunta la posibilidad de celebrar un congreso extraordinario el próximo verano si, tal y como indican los últimos sondeos de opinión, los populares no logran vencer a un PSOE que, en principio, está expuesto a pagar en las urnas los efectos de la crisis económica. Justo lo contrario que espera el Gobierno socialista, que confía en que la crisis no les pase factura en unas elecciones, las europeas, en las que es verdad que se tiende a usar el voto de forma instrumental, pensando más en la gestión interna que en cuestiones relacionadas con la Unión Europea. Y mientras el PSOE ya hace meses que optó por Juan Fernando López Aguilar para las europeas, ese es el primer reto de Rajoy de este año: designar candidato. Lo hará en un par de semanas, cuando el jefe de filas de los conservadores decidirá si vuelve a confiar o no en Jaime Mayor Oreja como candidato.