No es ningún secreto que Pasqual Maragall jamás ha despertado grandes simpatías en el PSOE. Ni tampoco que, si de la cúpula del partido dependiera, la presidencia de la Generalitat estaría en manos de otro socialista catalán. Lo que no había sucedido hasta ahora es que, aparentemente conocedores del secreto mejor guardado en el PSC, numerosos dirigentes del PSOE y altos cargos del Gobierno den por hecho que Maragall no repetirá como candidato en las próximas elecciones catalanas.

José Luis Rodríguez Zapatero no quiso decirlo en público cuando, entrevistado el pasado jueves en Cuatro, Iñaki Gabilondo le preguntó si apoya a Maragall como cartel electoral del PSC en las autonómicas. Pero entre los ministros es sabido que Zapatero considera al president políticamente amortizado. El presidente del Gobierno salió del brete apelando a la autonomía del PSC para elaborar sus candidaturas, pero se cuidó muy mucho de respaldar a Maragall como cabeza de lista.

Hay evasivas más elocuentes que muchas respuestas concretas. La de Zapatero el jueves ratificó lo que miembros de su Gabinete y de la ejecutiva del PSOE vienen sosteniendo en privado: que, una vez aprobado el Estatuto catalán, Maragall afrontará su retirada. Nadie sabe a ciencia cierta, en cambio, si Zapatero ha pactado esta jubilación anticipada con el president o si dejará al PSC la ardua misión de forzarla.

En principio, ni el Gobierno ni el PSOE elegirán al sucesor de Maragall, lo que no impide que tengan sus preferencias. Ante las dudas de José Montilla, que se resiste encabezar la candidatura, en la Moncloa y en Ferraz gana puntos la figura de Antoni Castells, negociador del título financiero del Estatut. Al entorno de Zapatero le seduce el perfil catalanista y moderado del consejero de Economía.

MUNICION PARA EL PP Desde que encabeza el Gobierno catalán, la compleja personalidad de Maragall, tan ajeno a la disciplina de partido, ha sacado de sus casillas al equipo de Zapatero. Su discurso rayano en el nacionalismo y sus gestos y declaraciones extemporáneas brindan, según fuentes de la Moncloa, "demasiada munición al PP". Tanta, que entraña ya "más un problema que una solución", sentencia uno de los colaboradores más próximos al presidente.

Algunos cargos socialistas vaticinan que, refrendado el Estatut, Maragall tendrá un lugar en la historia de Cataluña, anunciará su retirada y avanzará las elecciones con el pretexto de confiar a un nuevo Gobierno el desarrollo del Estatuto catalán.

Ese es el calendario electoral que el líder de CiU, Artur Mas, ha defendido ante Zapatero, si bien fuentes oficiales niegan que ambos hayan llegado a un acuerdo acerca de una decisión que sólo compete a Maragall. Por eso muchos miembros del Gobierno confían en que sea el PSC el que imponga al president el adelanto electoral justo después del referendo estatutario.